21. Partida Perfecta.

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En el mismo lugar donde ella había sido instruida en las suyas, luego iríamos a cenar con algunas de sus amigas, que comentarían sobre lo buena, tranquila y callada que era, para que mamá recibiera su cumplido sobre su excelente empeño en mi educación como un premio para ella.

──Recuerda que la abuela te llamará luego ──apuntó, mientras estacionaba──. Si te pregunta les dices que estás yendo porque tiene un plan académico que te gusta, ¿entiendes? O pensarán que estás chiflada.

En realidad, la psiquiatra de mamá le había recomendado desapegarse más de mí, no enviarme de reclusa a un convento, pero ella tenía la idea firme de que si no mandaba sobre cada paso que daba, yo estropearía mi vida hasta una forma irremediable que sería una vergüenza para ella.

Cuando llegamos, el edificio se alzó frente a nosotros, estructura gótica rodeada de un inmenso campo rodeado por espesos bosques, como el lugar donde iniciaría una seguidilla de asesinatos brutales.

──¿Qué ocurre, niña?

Rasqué mi cuello con nerviosismo, la lana del suéter comenzaba a picarme de forma horrorosa.

──Tal vez podrías solo cambiar de psiquiatra.

──Solo será un tiempo, y si no te gusta encontramos otro ──simplificó──. Además en el otro colegio eran unos metidos, me llamaban a cada rato con que no tenías amigas. Así es la gente, habla todo el tiempo, por eso debes procurar no darles motivo para ser la comidilla, ¿entiendes, hija?

──Sí, entiendo.

Ella pareció más tranquila entonces, como si en verdad pudiera aceptar otra respuesta. Ambas teníamos facciones parecidas, pero su pelo era de un corto rojo artificial y su piel mucho más pálida que la mía.

──Si tu abuela pregunta por nosotros dile que todo va bien ──agregó finalmente──. Así, le dices: “ellos bien, como siempre, me trajeron al instituto y luego se fueron a almorzar”. Ya ves que esa solo te llama para controlarme, ni se acuerda de ti si no es para hacerme la contra. Por eso no le debes dar razones para hablar de ti. ¿Entiendes, hija?

──Sí, entiendo.

Me observó largo tiempo, una mueca dibujándose en su rostro perfectamente maquillado.

──La próxima vez déjate el pelo suelto, andas muy flacucha y eso te lo empeora, la gente pensará que te la hago pasar mal.

──A mí me gusta así.

──Pues si quieres andar fea como quieras ──bufó, luego me pellizcó una mejilla──. Portate muy bien, papá vendrá a buscarte el fin de semana.

──Solo si alguien le manda un fax para avisarle desde la oficina.

Mi madre no rebatió.

Estaba por bajar, cuando una chica pasó frente a nosotros, venía corriendo desde algún lugar, su compañera se sacudió el uniforme como si pudiera quitarse la peste, pero no alcancé a ver ningún desperfecto, se alejó con apariencia resentida a la chica de largo pelo negro.

Ella, la que le había ocasionado el desperfecto, llevaba el largo cabello en bucles oscuros cayendo detras de su espalda, y grandes ojos negros, una sonrisa de labios llenos me recibió antes de que saliera del auto.

──Debería ser un colegio religioso y ahí van subiéndose la falda como un montón de zorras ──soltó mi madre──. Bien, bájate, y comportarte mientras estés ahí.

──Seguro podré hacer muchas locuras rodeada por ese montón de monjas.

──Más te vale que no.

Revival +18Where stories live. Discover now