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Capítulo 8-

-Aveces me parece que no estoy embarazada- decía Suzu a su tía- pero creo que es mejor así.
-Pues si mi niña, veras que esta preciosura que tendrás será un bebé bueno-suspiro- Mirai siempre fue muy intranquila y mirala ahora.
-Sigue molesta por que tío no ha venido a verla.- preguntó.
-Los comprendo a ambos, Toshi nos quiere proteger y pues ella se siente olvidada.-habló la mayor- oye Suzu cuando saldrás de licencia.
La nombrada se quedó pensativa, apenas llegaba a los cuatro meses de embarazo y agradecía enormemente que su vientre no fuera tan notorio, había decidido que sus trabajos de heroína cesarían cuando su vientre fuera notorio, pero en la agencia hasta que su parto llegara. Esos meses habían sido un revuelo en su vida, el descubrir su estado fue algo para morirse pero ahí estaba más fuerte que nunca. Su madre había regresado a Japón por un tiempo pero se mantenía al tanto de su situación a diario; de Hawks sabía por las noticias pero no más. En ocasiones sentía arrepentimiento por guardar el secreto, pero era lo mejor o eso pensaba.
-Bien señorita Araki esto se sentirá frío, pero ya estamos acostumbrados no...- mencionaba el ginecólogo con una sonrisa- mmmm aquí está, este hombrecillo es muy fuerte sabe, pero que veo aquí- señaló la pantalla.
-Mi hijo tiene algo mal doctor- habló ella nerviosa.
-Oh no señorita, solamente que de su espalda salen unas diminutas protuberancias, alguna idea...
-Su padre, el kosei son alas.
-Pues ya sabe, que su hijo tendrá el quirk por herencia de su padre.
Al fin conocía el sexo de su bebé, tendría un bello varón con bellas alas como su padre, que cosas no... Caminaba de regreso a su casa cuando se topo con un compañero de trabajo con el cual mantuvo una conversación muy armoniosa sin detectar esa mirada sobre ella. Su vientre de siete meses ya era visto, rebuscada en las tiendas de bebés las cosas que le faltaban cuando en una estantería notó un muñeco que la hizo recordar tantas cosas y por inercia coloco su mano en su tripa.
-Endeavor... Por favor ese muñeco lo llevaré y el del héroe alado también por favor. - una sonrisa asomó en sus labios cuando los tuvo en sus manos.
-Mirai me ayudas...-gritaba desde su habitación.
-Prima que sucede ¡Oh que lindo!- mirada de asombro.
Suzume se había dedicado a acomodar su habitación para la llegada de su hijo, en las paredes cercanas de donde pondría la cuna había decidido pintar para hacerlas parecer el cielo, con ayuda de Mirai cumplía su deseo. Al culminar no supo como término adornando el paisaje de las nubes con bellas plumas carmín que la hicieron y sonreír y a su bebé moverse.
-¡Oh mi amor!- coloco su mano donde golpeo el bebé- al parecer a este travieso le encantó también su pintura.
-Es hermosa, Seiya se hubiera quedado loca con ella.
-Lo sé, pero ella está mejor en su nuevo trabajo como guardia del alcalde.
Limpiaron los restos de pintura y guardaron los útiles con los que laboraron. Para regresar y continuar con su cometida, acomodaron la cuna pintada de un color azul que contrastaba con la pintura; el closet del bebé estaba ya instalado, además acomodaron todo lo necesario para la llegada de el más pequeño de la casa. La ojiverde estaba ansiosa por conocer el rostro de su hijo, se imaginaba que sería tan hermoso como los mismos ángeles y no lo decía solamente por sus alas ya confirmadas por su última eco. ¿Qué kosei tendría? Por que estaba asegurado el de su padre, pero ella tenía dos poderosos, es más no le importaba tan siquiera se tenía quirk.
-Suzu, gracias por hacerme el hombre más feliz del mundo- habló Hawks.- mira a nuestro hijo.
Ella lo tomó en sus brazos y se quedó perpleja con el parecido a su padre, eran una copia exacta. Un estruendo la hizo mirar hacia la puerta y en ella el hombre causante de sus mayores pesadillas se dejaba mirar.
-Keigo...monstruo te asesinare.- grito señalando hacia ella.
-Suzu...ayudame...no dejes que me golpeen.
Miro a sus brazos y en ellos se encontraba un débil Keigo llorando, ella lo abrazo con fuerza y miró hacia Hawks pero este ya no estaba, y recordó que ella había decidido estar en ese camino sola.
-No te permitiré que le hagas daño a ninguno de los dos...-gritó molesta.
-Suzu y tú bebé dónde está...
Esa frase la hizo alarmarse y asustarse, y comenzó a gritar cuando logró despertar por fin y tocó su frente notando las gotas de sudor. -Había sido una pesadilla- se encontraba aún nerviosa cuando sintió como rompía fuentes.
-¡Oh no...! Tía, tía, ya viene mi hijo ya viene- gritó a todo pulmón.
Penny tomó todos los bolsos y corrió hacia el hospital donde en segundos vio a su sobrina dezaparecer tras puertas de metal. Comenzaba ahora el trabajo más difícil de toda su vida para la menor, el doctor le indicaba que debía pujar con todas sus fuerzas y ella acotó sus órdenes. Pensaba que se rompería con cada grito y contracción que tenía, fueron cuatro dolorosas horas de parto, pero al ver a su angelito en sus brazos pensó que todo había sido por algo.
-Keigo...juro que nunca sufrirás en este mundo- besó su frente- mamá te protegerá de este mundo.
El bebé comenzó a gorgojear tras esas palabras y en el otro lado del mundo un rubio se despertaba hecho un charco de sudor y algo en su pecho se oprimía y sentía una necesidad urgente de derramar lágrimas.
-Suzume...- se deslizó por sus labios.

Lift Me UpWhere stories live. Discover now