XV: Como dos adolescentes

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Sara terminó de preparar el desayuno -otra vez- justo cuando Santiago ingresó a la cocina ya vestido

-¿Esta bien esto para fingir ser un vaquero por un dia? -preguntó-

Sarita río, traia puesto un pantalon negro con una camisa simple blanca

-Maso menos, pero te falta el sombrero

-¿Acaso crees que tengo sombreros de vaquero?

Sarita dejó el desayuno sobre la mesa y fue hacia Santiago, lo agarró de los bordes de la camisa para acercar su cara a la de ella

-Es por eso que pasaremos a comprar uno de camino, que sin eso te vas a quemar bajo el sol

Santiago aprovechó que Sara estaba tan pegada a él, para apretarle suavemente las nalgas

-¡Oye! -se quejó Sara entre risas-

Lo siguiente que hizo Santiago fue tomarla en brazos y subirla a la encimera.

Sarita río y tomó entre sus manos el rostro de Santiago, para mirarlo detenidamente.

Sara no podía creer que se encontraba en esa situación

Enamorada, sintiéndose nuevamente como una adolescente.

Con las mariposas en el estómago, la sensación de estar descubriendo cosas nuevas...

Parecía como si se estuviese enamorando por primera vez.

Sara no sabía si aquel sentimiento era normal.

Ella se había enamorado una sola vez en su vida, y no sabía cómo era la sensación de volverse a enamorar.

Pero le gustaba cómo se sentía.

Era como si rejuveneciera diez años al estar a su lado.

-No hay nada en la cocina que se pueda quemar, ¿verdad? - bromeó Santiago-

Sara se mordió el labio antes de darle un golpe en el hombro.

Santiago le colocó un mechón de pelo detrás de la oreja, y Sara extendió sus brazos pidiéndole que la bajara de la encimera

-No, ahí te quedas

-Tenemos que desayunar o vamos a llegar tarde- le recordó Sara-

-Puedes desayunar allí

Sara lo miró con mala cara, y Santiago se dirigió a donde Sara había dejado los platos para alcanzarle uno a Sarita

-¿En serio no vas a bajarme?

-Te ves tierna ahí, sentada como una niña

Sara estiró un poco una de sus piernas para golpearlo, y Santiago soltó una risa mientras la esquivaba

A Sara no le quedó más remedio que desayunar ahí sentada, mientras Santiago lo hizo parado a su lado.

Luego de unos minutos sintieron el timbre, y Santiago bajó sabiendo que era Jimena.

Volvió al departamento, y bajó a Sara de la encimera antes de entregarle la bolsa que había traído Jimena.

Sara se encaminó al baño de Santiago, pero ya estando en su cuarto antes de llegar al baño, sintió a Santiago abrazarla por detrás.

-¿Es necesario que vayamos?- preguntó el-

-Que si, Santi- río Sara

Santiago agarró a Sara por la cintura, y se tiró a la cama con ella en brazos

-¡Santiago!

Sara tomó la almohada más cercana y se la lanzó, antes de subirse encima de él.

-¿Se puede saber qué haces?- preguntó ella acercando su cara a la de él- vamos a llegar tarde

-No creo que los caballos se enojen si llegamos un poco más tarde

Santiago atrapó los labios de Sarita en un beso, el cual está correspondió, pero cuando Santiago intentó quitarle la camiseta que llevaba puesta, Sara lo detuvo.

-Mis empleados me están esperando, ya, Santi

-¿En serio tienes que ir?

-Eres un pesado, ¿lo sabías?

-Eso no responde mi pregunta

-Tengo que participar, ¿eso sí responde tu pregunta?

-¿Vas a participar?

-Si tengo una competición con una de las potras de la hacienda, y debo ir con ella para que no se ponga nerviosa.

Santiago soltó a Sara para que esta pudiera bajarse de la cama, y Sara le tiró nuevamente un almohadón antes de dirigirse al baño

Santiago la miró con una sonrisa mientras ella caminaba hacia el baño.

Se sentía como un adolescente de dieciséis años cuando estaba con ella.

Nunca en su vida se había sentido de esa manera, ni siquiera al inicio de su relación con Julia.

Sara lo hacía sentirse de una manera completamente distinta.

Y esa manera le encantaba.

Con Sara, parecía que todos los problemas del mundo no existían, solo existían ellos dos.

Cuando estaban juntos, eran como dos adolescentes, que solo se preocupaban por amarse.

Luego de un rato Santiago vio a Sara salir del baño completamente lista.

Se veia preciosa, con una camisa blanca y un saco negro, y su sombrero, daba la impresión de ser una hacendada, pero sin perder la ternura que la caracterizaba por su estatura

-Te ves hermosa -la halagó-

Sara sonrió y le tomó la mano para salir del cuarto y acto seguido, del departamento.

I see him(her) on you (Santiago x Sarita)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu