—No. ¿debería? —Me mordí las uñas, indecisa. Kora me quitó la mano de la boca con un manotazo.

—Eh...No. —Dijo mamá finalmente.

— ¿No? -Habló Kora extrañada. — ¿Enserio preferís que se lo encuentre de sopetón en el super mientras compra pañales y aguacates con su reciente prometido?

—Se casa en menos de un mes, Kora. No necesita más problemas en su vida ahora mismo. —Dijo mamá tranquilamente.

Mi móvil comenzó a vibrar sobre la encimera mientras mamá y Kora discutían sobre que hacer. Me pensé si contestar o no.

— ¿Piensas contestar? —Me recriminó mi hermana.

—Es Jess. —No sabía que debía hacer.

—Ya lo sé, idiota. Veo la pantalla desde aquí. —Rodó los ojos. —Contesta, si no, va a saber que algo va mal.

Me mordí el labio y asentí dándole la razón, pero aun así no me moví.

—Cielo, es para hoy. —Mamá me metió prisa.

—Vale, vale. —Descolgué el teléfono. — ¡Jess! -Chillé demasiado.

Mamá y Kora negaron con la cabeza a la vez para que no lo volviera a hacer.

— ¡Becca! —Gritó Jess de vuelta. — ¡No te lo vas a creer! —Sonó emocionada.

— ¿Qué? ¿Qué pasa? —Dije nerviosa.

—Oye, ¿Estas bien? Te noto rara...

— ¿Queeee? Para nada. —Me reí nerviosa. —Soy yo, Becca. Tu hermanita desde los cuatro añitos...Becca.

Kora se golpeó la frente contra la mano al instante.

—Ok...-Jess se río. —Lo que te quería decir es que... ¡Tenemos sitio para la boda! —Me chilló con todas sus fuerzas.
Mamá y Kora me miraron con atención, la habían escuchado.

— ¿Qué? ¿Enserio? —El alma me volvía al cuerpo.

— ¡Si! Es un palacio precioso... — ¡Castillo! —Escuché a Dante a lo lejos.

—Eso, castillo. —Se volvió a reír. —Está lleno de enredaderas y flores...A mamá le va a encantar.

— ¡No me lo puedo creer! Estoy muy feliz por ti, Jess...—Sonreí.

— ¡Yo también! —Notaba como sonreía. —Bueno, me tengo que ir...Que nos están haciendo un tour guiado. —Susurró. —Si estáis todos por casa, ¿Os importaría pasaros? Necesito vuestra opinión...

— ¡Claro! Pásame la ubicación y vamos ahora mismo.

—Perfecto. Gracias, cielo.

Nada más colgar, tenia la mirada de la mitad de la familia sobre mí.

— ¡Tienen lugar para la boda! -Anuncié y todos comenzaron a gritar de felicidad y a abrazarse. De un momento a otro, los gritos pasaron de la cocina al coche.

Me asomé por el hueco entre la nonna y el nonno para ver aquel majestuoso lugar, El coche paró.

—Perdone, pero no pueden entrar con el coche. —Habló el segurata de la entrada.

— ¿Cómo que no se puede aparcar ahí dentro con el espacio que hay? —Replicó el nonno, el segurata se encogió de hombros. —Soy un señor mayor ¿Sabe?

—Leonardo, aparca aquí fuera. —Habló la nonna con tranquilidad. Él aparcó sin rechistar más.

Cuando todos estuvimos frente aquel enorme castillo, nadie dijo palabra hasta después de varios minutos.

Lejos de casa, cerca de ti. ©Where stories live. Discover now