Los Ángeles, 1993. La decisión de Florah permitió que Duff por fin cumpliera sus sueños: reventar escenarios en una ambiciosa banda de rock.
La gira, los excesos y la apoteósica banda sirvieron de consuelo durante los primeros años de su ausencia, p...
Hola, querida lectora, antes de que sigas leyendo quiero darte unas recomendaciones/advertencias para esta segunda parte:
Te recomiendo que leas la primera temporada en caso de que no lo hayas hecho,de lo contrario no vas a entender nada de la historia.
Al igual que la novela anterior, hablo de temas sensibles (drogadicción, depresión, sexo explícito).
El tiempo de lectura de cada capítulo ronda los 16 minutos, según Wattpad.
Eso es todo. ¡Que disfrutes!
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"Y ahora que te han roto, sacaste la cabeza de las nubes, estás de vuelta en la tierra y no hablas tan alto, y no caminas tan orgulloso. No más, ¿y para qué?"
— Estranged
Julio de 1985 — Los Ángeles, California
Eran las ocho de la tarde cuando Duff caminó a lo largo de la estación policial para dirigirse a la salida. Tenía la mirada arrastrándose por el piso, viendo cómo sus botas sucias con el barro de Santa Ynez caminaban una tras otra, manchando la alfombra.
En una ventana polarizada del pasillo vio sin querer su reflejo. La barba de cuatro días y las ojeras oscuras que enmarcaban sus ojos irritados, le hizo dar cuenta de cuán desgastante habían sido en él las últimas horas. Siguió caminando.
Al llegar a la sala de espera iluminada por tubos fluorescentes, Slash, Izzy y Steven se levantaron en un solemne silencio para recibir a su amigo, pero éste omitió las miradas de los tres y continuó con su caminata hacia la puerta de salida. No había nada que hacer ni decir ahí; todos habían sido interrogados y ya era hora de retomar el viaje de vuelta a casa.
El trayecto fue lúgubre, como el viaje tras una carroza funeraria que lleva en su interior una ilusión muerta; una vida de ensueño que nunca sucedería. Nadie habló, y no porque no hubiese nada que decir para aliviar la pesadumbre del día, sino porque Duff estaba sentado detrás del asiento de copiloto abstraído en un silencio comatoso, como si hubiera perdido la capacidad de conectarse con el mundo real. No podía abrir sus oídos ni sus labios, y de lo apretados que estaban por culpa de la impotencia daba la impresión de que jamás volvería a separarlos.
La bohemia de la caótica metrópolis que pronto comenzó a aparecer frente a sus ojos le recordó dolorosamente a ella.
Tras desaparecer Foxy de la faz de Santa Ynez, la banda no tuvo más opción que devolverse a Los Ángeles por donde mismo habían llegado, a sabiendas de estar exponiéndose a una nueva persecución y un posible arresto. Debido a esa posibilidad, salieron del valle con un plan bajo la manga: una mentira riesgosa que los protegería de la cárcel. Así lo había planeado Foxy en su carta de despedida.
