No supo en qué momento aquellos dos sujetos cambiarían su mundo... corrección si lo supo, lo supo en el instante en que esos ojos violetas y azules lo miraron con burla y lástima total mientras era golpeado debido a sus deudas.
Quien diría que desde...
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Se sentía adolorido, el sudor, el calor y el dolor eran insoportables, los supresores se le habían acabado y el té que la vecina había recomendado no hacía el mismo efecto que las pastillas, suspiro cuando sintió la manita de Manjiro comprobar su temperatura, el menor lo miro con preocupación al punto de llorar, Shinichiro lo acuno contra su pecho arrullando al menor que no tardo en quedarse dormido.
Cunado confirmo que su niño dormía se puso de pie jadeando al sentir su ropa mojada y el dolor en el vientre, a pasos torpes llego al baño donde se metió a la tina abriendo las llaves quedando sumergido en el agua fría.
Sin planearlo o quererlo el sueño lo venció haciéndolo dormir en la tina casi vacía.
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Llevaban media hora esperando a que el mocoso o Shinichiro salieran de casa, nadie parecía estar, se miraron entre sí temiendo que el chico y su mocoso hubieran huido, la idea se esfumó cuando una mujer junto al que suponían era su cachorro llegó llevándose al pequeño mocoso rubio.
Sospechando que algo iba mal no dudaron en bajar del auto y tocar con insistencia el timbre de la residencia.
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Sus ojos ardían, el calor había regresado de golpe junto al dolor, agradecía que la madre de Keisuke se hubiera llevado a Manjiro, cinco días solo no serian tan malos pues podría sufrir en silencio.
Cuando estaba por dormir de nuevo el llamado insistente a la puerta lo hizo gruñir, sin medir precauciones salió como pudo de la casa abriendo con enojo viendo al par de alfas a quien no dudo cerrarles la puerta en la cara para correr a su habitación de nuevo encerrándose ahí.
Imaushi y Arashi se miraron sin saber que decirse, regresaron al auto permaneciendo ahí en silencio hasta que el más bajo habló.
- Es un omega... ¿sentiste el olor?- Arashi asintió pasando saliva con dificultad, miro al contrario tomando su tiempo para hablar.
- Lavanda, miel...- Imaushi asintió miró de nuevo a la residencia Sano terminando la frase, - lavanda, miel y jazmín- los dos se miraron sabiendo lo que significaba.
