Se alejó dos pasos y miró a mi padre con una sonrisa leve. Estaban frente a frente, el ambiente estaba tenso.

—Jeon Jungkook, heredero de la corona—dijo haciendo una reverencia a mi padre.

Heredero...

—Creo que ahora hay un problema muy grande que arreglar, ¿no cree?

La voz del chico era ligera, con cierta arrogancia en sus palabras y seguridad en sus acciones. Ese chico me causaba escalofríos y una desconfianza aterradora. Mi hermano me susurró que era bien parecido, no era momento de fijarse en un príncipe obviamente guapo; ¿Qué narices pensaban decir a los ciudadanos? Y más importante, ¿Qué diantres pensaban hacer con nosotros? Me sentía como un pequeño cervatillo indefenso frente a una manada de lobos.

De alguna forma, mi hermano y yo, acabamos sentados en el suelo de uno de los múltiples pasillos de palacio, frente a la sala de reuniones en la cual nuestro padre se encontraba; nos habían excluido por completo. Había pensado múltiples veces en salir corriendo, pero no me sabía los pasillos y teníamos cuatro guardias observabándonos fijamente sin parpadear como si fuéramos a salir huyendo si se distraían medio segundo mirando una pelusa; algo totalmente posible.

Me dolía el trasero de estar sentada tanto allí como en la celda, necesitaba tumbarme o andar durante un largo tiempo. Suspiré mirando el blanco techo, en qué momento acabé ahí. Yo solo quería ir a bañarme al lago, no iba a matar a nadie.

—Tengo que ir al baño—susurró mi hermano.

—Te tocará esperar—volví a susurrar.

—¿Por qué nos miran tanto?

Sonreí levemente, realmente se estaban esmerando en no parpadear. Miré a la derecha, un niño pequeño de unos seis años apareció corriendo por el pasillo seguido de lo que parecía su niñera.  Recordé cuando mi hermano huía para que no lo bañáramos de pequeño. El niño tropezó con mis piernas y cayó sobre las de mi hermano. No pareció haberse hecho daño, pero igualmente la mujer tras él se acercó alarmada y de alguna forma aliviada. Levantó al niño agradeciendo no tener que seguir corriendo por el pasillo y nos pidió perdón por el accidente. No pude evitar sonreír al niño mientras él nos saludaba con la mano. La sirvienta sacudió su larga falda blanca y volvió la mirada hacia donde venía una figura alta y bien vestida apresurado. La sirvienta parecía aterrada según se acercaba el hombre.

—¡Minsoo está bien?

La sirvienta asintió lentamente mirando al niño que sonreía despreocupado. El chico, que mediría como mi hermano, venía agitado con la respiración entrecortada; se habría echado una carrera hasta allí. Si tuvieran la práctica de mi hermano y yo de tanto correr de lobos o perseguir la comida, no estarían tan sofocados. Hablaba con la sirvienta, más bien estaba destacando el mal trabajo que había hecho al dejar suelto al pequeño. Cuanto más me enfocaba en el chico, más se me parecía al otro castaño: "sonrisitas".

—Príncipe, disculpe—dijo la sirvienta haciendo una pequeña reverencia.

¿Príncipe? Estábamos tan aislados del mundo que no sabía ni de la existencia del primero para encima saber que había un segundo. Y según había contado los tronos, eran tres hijos. Volví a repasar en el príncipe frente a mí, su despeinada cabellera y su vestimenta mal arreglada no daba la impresión de realeza que debería; no como el otro castaño que hasta su mirada desprendía poder y arrogancia.

—¿Se encuentran bien? ¿Causó muchos problemas?—preguntó agarrando al pequeño.

Por un momento pensé que se refería al niño, pero rápidamente capté que se refería a la sirvienta. Negué sonriente.

El Secreto mal Guardado De La Corona- JK  Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz