☽ TRECE ☾

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Sesshōmaru No Taisho

Las escaleras no parecían tener un punto final pronto, entre más descendían el calor se hacia más abrazador pero terriblemente oscuro y lleno de tinieblas. Poco después, en vez de bajar, parecíamos estar subiendo.

Salimos de la entrada del perro, y efectivamente, habíamos subido curiosamente, había unas llamas bailaban cerca de una gran entrada, y por la oscuridad del lugar, supongo que fue este fuego el que se colo por la entrada tras la llegada de la bestia colosal.

Los humanos, InuYasha y mis cachorros tiemblan ante los desgarradores gritos de agonía, furia y tristeza de las almas.

Frente a la puerta en la que se sienta el perro de tres cabezas llamado Cerberos hay un espacio considerable que da a un río, dónde se asoman manos y cabezas.

Tal parecen ser almas que intentan llegar a este lado o salir del agua.

Un poco más adentrado en el río de agua oscura hay un pequeño bote que navega hacia la otro orilla, dónde hay una aglomeración de almas humanas.

- Ese es el otro lado.

Mi atención, y la del resto, pasa a mi hermosa hembra, que sostiene con firmeza la mano de nuestros cachorros.

- se dice que al morir, se llega a ese extremo. Dónde se le debe pagar a Caronte, quien cobraba por el pasaje un óbolo para que les traiga a este extremo. Según la filosofía griega los mortales son juzgados tras su muerte y se los recompensaba o maldecía. Muy pocos mortales podrían abandonar este reino una vez que habían entrado.

- Oh. -murmura el Monje-

- Sabes bastante de ello, Kagome -la sorpresa en el tono de la Taijiya me hace inflar el pecho orgulloso-

Mi Kagome se alza de hombros con las mejillas algo encendidas, mirando la puerta que está siendo abierta por Hades.

- tuve que hacer una exposición breve sobre los seis hijos de Kronos y Rea. Al igual que de Hércules.

El Dios en ese momento bufa con muy notoria molestia y mira a la Miko.

- ni le mencionéis.

Ella se ríe con sutileza de lo más adorable mientras comenzamos a caminar por de lo que parece una clase de corredor.

En ese momento una mujer de apariencia humana sale al encuentro del Dios abrazándolo con afecto, para poco después besarse.

Reconozco en ese momento que esa mujer debe ser su hembra.

- Te extrañé -le dice con ilusión-

- y yo a ti, mi Perséfone.

Ellos comienzan a acariciarse sin pudor alguno y comienzo a sentirme ansioso e incómodo.

En antaño probablemente hubiese pasado de ello, pero verlos actuar así hace que yo y mi bestia comencemos a hacernos ideas con la Miko. Por otro lado, me incómoda que Kagome y nuestros cachorros están presentes ante su falta de pudor.

Gruñó con advertencia, ambos se se giran a verme, el Dios claramente molesto por la intromisión, pero no alcanza decir nada puesto que su mujer lo empuja con algo de brusquedad. Luce bochornosa mirando a mis crías.

Hasta Encontrar La Felicidad [Sesshome]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora