☽ OCHO ☾

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Omnisciente

Si bien los primeros días de convivencia entre los grupos unificados no fueron nada fáciles —sobretodo con los constantes intentos de agresión de parte del Hanyou— todos llegaron a acoplarse perfectamente, aunque una vez cada tanto discutían.

Seamos sinceros, eso era casi todo el tiempo.

Los conflictos aparecían primeramente porque el de Haori rojo no estaba satisfecho con su desplazamiento en el rol del Grupo, ya que era el segundo al mando, por que obviamente nuestro amo bonito tomó el papel de alfa ante todos.

Demasiado amable de su parte dejar a InuYasha como segundo al mando.

Ese día en particular, nuestra azabache de ojos azul safiro que provenía del futuro se encontraba con una molestia que apretujaba su pecho de manera inquietante.

Ese malestar que las mujeres conocían como sexto sentido.

Algo en el ambiente la tenía alerta de cualquier cosa alrededor. Hasta el momento no había nada que pareciera fuera de lo normal, hasta que la imagen de su cachorro siendo molestando por InuYasha llegó a su rango de visión y se le entrecorto la respiración, frenando su andar, haciendo detener uno por uno a su equipo.

— ¿Ocurre algo, Kagome? —dudó preocupada la exterminadora, y no era para menos ya que su casi hermana llevaba callada desde temprano, respondiendo solamente monosílabos—

— Rin. —balbuceó con la mano en su pecho—

Sus bestias, que se encontraban en ese momento en su espacio mental, se empezaron a remover como si estuvieran siendo atacados por abejas.

— Sesshōmaru —le llamó—

El impertubable Lord no volteó a verla, pero aún así hizo un ruido para que supiera que le escuchaba.

— Ve a buscar a Rin.

— ¿Rin? —inquirió su amiga confundida, como todos—

No entendía que ocurría, ni el repentino mandato de su amiga, pero muy en contra a lo que pensaron que sería una evasiva odiosa del Lord por el atrevimiento de ordenarle algo a su presencia, este solo se volvió una esfera de luz que desapareció volando a gran velocidad.

Todos entendieron que debían quedarse allí a esperar su regreso, llegando a pasar unas cuantas horas, dónde todos se encontraban inquietos por el repentino movimiento del platino raza pura, la que permanecía más inquieta era la Higurashi.

Ya transcurridas unas tres horas desde su partida, el InuKami volvió cargado a su protegida en sus brazos. Todos admiraron con incrédula visión que el pulcro que imponía el Inu era manchado por sangre y mugre, sin comentar lo dañada que estaba su vestimenta.

Todos se alertaron al verlo llegar de esa forma, ya que no era normal que este quedara así luego de cualquier combate, pero los primeros en socorrer a su encuentro fueron Jaken y la Miko Youkai.

— ¡Amo bonito! —chilló llorando con exageración el kappa, solamente recibiendo un pisotón de parte de su amo, que lo uso como a cualquier tapete— ¡Uhg!.

— ¿Que fué lo que ocurrió?. —preguntó alterada la Higurashi mientras el macho bajaba a su protegida—

La mujer comenzó a palpar por encima los brazos del imponente Lord, intentando ver la gravedad de sus heridas. Y las que se encontraban en peor condición eran la enorme perforación en uno de sus muy bien esculpidos pectorales, algunos zarpazos en sus brazos y uno que se veía peor, una herida que baja por su cuello hasta la clavícula.

Hasta Encontrar La Felicidad [Sesshome]Where stories live. Discover now