Dos erizos, casi hermanos, unidos y siempre apoyándose el uno al otro en cualquier situación; ambos contaban sus penas y alegrías dentro de su bar favorito. Hasta que uno decide confesar aquella terrible traición que cometió sin pensar, por amor.
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En un transcurrido y tranquilo bar, caída la noche se encontraban una pareja de erizos.
Mejores amigos desde la infancia como no te podrías imaginar, se conocían prácticamente desde mucho antes de nacer, debido al hecho de que sus madres eran amigas y hermanas de una fraternidad en su época universitaria; tuvieron la suerte de que sus pequeños nacieran en el mismo mes y sin mucha diferencia de días.
Habían crecido juntos desde entonces, llegando incluso a ser confundidos muchas veces como hermanos; cosa que de hecho les agradaba.
Ambos hombres de gran atractivo evidente, se encontraban conversando mientras bebían algo de vino. Todo estaba envuelto en una atmósfera tranquila.
—"¿Qué tal te va con él?"— habló el de piel canela, tomando un largo sorbo de su copa.
—"De maravilla~."— dejando escapar un suave suspiro, el albino, imitó la acción del contrario —"Lo amo más que a mi propia vida, sé que apenas vamos 1 año de casados pero siento como si apenas ayer le hubiera declarado mi amor."— la nostalgia junto con felicidad eran notables en su voz —"¿Y qué hay de ti?"— se giró a verlo —"¿Cómo te va con ese erizo del que tanto me hablas?"—
Por supuesto el ambiente se vio opacado por la mención de dicho joven, el mayor no podía evitar sentirse algo decaído al hablar sobre él con el albino. Aunque este fuese su mejor amigo en el mundo.
Existían cosas que ni a él podía confiar.
Era algo frustrante.
—"Lo mismo de siempre."— las palabras salian arrastras de su garganta, con desgano apretaba levemente su copa —"Solo nos vemos a escondidas para ahogar nuestra prohibida pasión. Lo único que deseo es estar con él, amarlo, cuidarlo, protegerlo a toda costa..."—
—"Pero..."— sabía del obstáculo que evitaba que su amigo cumpliera aquellas palabras.
Aunque no entendía el porqué le era tan difícil para el oscuro eliminar ese bache.
—"Sabes que lo único me impide estar con él, es su marido."— masculló con tristeza.
—"Venga Shadow."— trató de animarlo —"Si dos personas se aman deben de estar juntas, además, si engaño a su marido contigo deber de ser porque él ya no le demuestra el amor que ¡Tú! Le tienes."— sonrió a su amigo.
—"Aún no sabes quién es víctima en esta confusión."— lo miró de reojo.
—"¡Y eso que importa!"— alzó un poco su tono —"Su marido debe entender que lo perdió y ahora es tuyo, no puedes rendirte tan fácilmente."— frunció un poco el ceño desconcertado por la actitud de su amigo.
—"Silver... Ya dejemos de hablar de esto, no tiene sentido."— susurró cabizbajo.
