Niñeros y unicornios

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Capítulo 10. Niñeros y unicornios.

—Eri... —llamó Aizawa con ternura a una pequeña que se ocultaba detrás de él. Ella únicamente mostró sus grandes y bonitos ojos rojos detrás de su padre, observando a ambos adolescentes con curiosidad. —Ellos son Izuku y Katsuki —los presentó—, te cuidaran hasta que regresemos papá y Mic.

La niña asintió, saliendo y mostrándose por completo.

—Hola. —Izuku sonrió, arrodillándose frente a ella y extendiendo su mano. —¿Me recuerdas, Eri-chan?

Ella sonrió, entregando su mano en saludo. Curiosamente, Izuku y Katsuki observaron que el brazo de la niña estaba vendado por una herida.

—Zuzu-niisan... —lo llamó Eri.

Aquello hizo a Izuku sonreír aún más, y ambos adolescentes se abstuvieron de preguntarle a la pequeña por la herida. Tras esto, Aizawa carraspeó y procedió a explicar la rutina de la pequeña y a qué hora debía estar en cama.

—¡¡Ya llegó por quien llorabas, amor!! —vociferó fuertemente un rubio con gafas oscuras, ingresando a la casa escandalosamente.

—Mic. —gruñó Shota, avergonzado, para luego mirar a sus estudiantes. Izuku y Katsuki desviaron la mirada, intentando no hacer ningún gesto de risa o burla que molestara al maestro. Aizawa suspiró. —Eso es todo, volveré pasada la medianoche.

Izuku acompañó a ambos adultos hasta la puerta, dejando solo a Katsuki, quien inmediatamente se percató de ser observado atentamente por la pequeña Eri. —Mmm... —murmuró incómodo. Izuku estaba tardando y él no tenía idea de qué hacer con ella. —¿Qué? —preguntó, tratando de no sonar tan brusco.

Eri se acercó con timidez y le extendió el control remoto de la televisión. —U-unicornio. —tartamudeó muy bajo. —P-po-por favor.

Katsuki alzó una ceja. ¿Qué demonios significaba eso? —Si tienes algo que pedir, habla claramente. —soltó.

La pequeña dio un respingo, y luego bajó la mirada, enfocándola en sus zapatos. —Q-quiero ver el programa de los... u-unicornios. —dijo con esfuerzo.

Katsuki asintió. —Bien. —dijo, tomando el control remoto, encendiendo la televisión y sentándose en el sofá. —¿No vendrás?

Eri sonrió, y con más confianza se acercó y sentó junto al rubio en el sofá. Fue en ese momento que Izuku regresó y se detuvo al contemplar la escena. Katsuki y Eri miraban un programa sobre ponis, unicornios y magia.

—¿Qué ocurre? —preguntó el rubio con tranquilidad.

—Yo... calentaré la cena que dejó preparada Aizawa-sensei. —dijo sin más, retirándose a la cocina.

Sin embargo, Izuku no podía evitar sonreír divertido ante la escena antes vista, por lo que decidió contemplarlos nuevamente desde la puerta de la cocina y a escondidas. Eri parecía estarle diciendo algo al oído de Katsuki.

—No. —respondió el rubio cortante.

—Por favor... —se escuchó a Eri con ojitos suplicantes.

Bakugo gruñó. —Está bien. —soltó en respuesta.

Eri corrió hacia su habitación y regresó con un montón de moños, peines, brochas, maquillaje y demás accesorios, parecía estar muy feliz. Y entonces, Izuku contempló como la pequeña peinaba y maquillaba a Katsuki, quien no oponía resistencia alguna.

—¡¡Pfff!! —soltó una gran carcajada, jamás pensó que el temible Katsuki Bakugo estaría fácilmente a merced de una niña de seis años.

Pero, aquella risa lo delató, y un sonrojado y enfurecido Katsuki se levantó abruptamente y caminó hacia él. Izuku retrocedió por instinto, pero él fue más rápido y lo tomó de la muñeca, acercándolo peligrosamente al rostro del rubio.

Si yo fuera túWhere stories live. Discover now