²²| 𝙲𝚘𝚖𝚒𝚍𝚊

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Como casi todos los fines de semana, donde hay uno o dos días de descanso, pueden quedarse en casa o salir por un rato. Hoy era distinto. Un sábado con actividades.

—Un elefante se balanceaba.... —cantaba James moviendo las patitas del canino que estaba recostado.

—¡James! ¡Ya nos vamos! —gritó la castaña.

— ¡Ya vooooy! —contestó poniéndose de pie— Nos vemos, Willy.

En despedida recibió un ladrido.

Tanto James como Mikaela asisten a talleres todos los sábados. El mini azabache ama cualquier deporte, pero especialmente el voley. Mientras la castaña le gustan mucho los instrumentos, específicamente el piano.

Estuvieron de acuerdo con inscribirse en un taller para mejorar sus habilidades, y vaya que funcionó. A su corta edad de casi ocho años, destacan en los deportes e instrumentos musicales.

Ya en la salida, es Miguel quien los recoge, y en el camino a casa hablan de cosas triviales; entre algún que otro chisme.

—¡Ya volvimos, papá Javi! —avisó la castaña yendo a dejar su mochila.

—¿Cómo les fue? —preguntó apartando la vista de la laptop frente a él, girando a ver la cocina.

—Todo bien. —volvió a contestar la menor— ya casi aprendo a tocar una parte de la canción.

—Que bueno, cariño. —le dio mimos, para luego seguir preparando el almuerzo.

—¡MIRA PA, NO TENGO BRAZOS! —apareció James con los brazos dentro de la camiseta.

—JAMES NO ME ESTIRES LA ROPA.

—Calmación, calmación. —rió Miguel— Niños, vayan a cambiarse mientras yo ayudo a su padre.

— ¡Oh! ¿Qué hay de comer? —preguntó James acomodando su ropa.

—Comida.

—Ah, no lo había pensado antes...

—Papá Javi estos días anda de mal humor...—habló Mikaela.

El azabache se quedó estático por un momento ¿estaba más amargado que de costumbre? Es decir, ya es así su personalidad, pero con su familia es menos gruñón. Hace lo posible para darles un buen ejemplo a sus hijos.

—Seguro es por el trabajo, Javi se esfuerza mucho para que ustedes tengan todo lo que necesiten. —sonrío Miguel acariciando los hombros del mencionado— solo debe descansar.

—No es la primera vez que papá Javi no se cuida. —mencionó la menor— antes lo cuidabamos nosotros dos.

—¡Pero ahora también está papá Miguel! —añadió James abrazando al azabache— ¡No te preocupes papá, nosotros te cuidamos! ¡Aún así debes poner de tu parte!

—No llores, no llores...

—Uy, creo que anda también sensible...—señaló el castaño observando como los mellizos lo abrazaban ante su llanto.

Al final, terminó uniéndose al abrazo familiar.

—Es que son muy lindos. —logró decir Javier entre balbuceos.

Amo a mi familia.

Ya mucho más tarde, después de la cena, se estaban preparando para ir a dormir

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Ya mucho más tarde, después de la cena, se estaban preparando para ir a dormir. Pronto la oscuridad y el silencio reinaban en el hogar. Todos ya se encontraban descansando.

Excepto alguien.

Mikaela se despertó al oír unos golpes en su puerta, tragó saliva y se levantó para revisar quien era.

—Algún día me vas a matar James. —se tranquilizó al verlo— ¿Por qué lloras?

—Tuve un sueño feo. —sollozó— había una sombra en mi habitación, lo juro.

—Eh... —rascó su nuca nerviosa— Esas cosas no existen... creo.

—¡Mikaela! —se quejó apretando el agarre de su almohada.

— Ya, ya. No llores, si lloras vendrá esa sombra a comerte. —mencionó tratando de consolarlo.

Al ver cómo el menor comenzaba a lagrimear aún más y comenzaba a temblar, se alarmó.

—¡E-Era broma! ¡No vendrá por ti! —golpeó su frente.

—¿E-etonces vendrá por ti?... —balbuceó, viendo el rostro asustado de la contraria— ¡N-no quise decir eso!

—¿Qué está pasado aquí?

La conversación fue interrumpida por Javier, su cabello desordenado y un semblante no muy amigable terminó aterrando a los pequeños que soltaron un grito.

Ya más calmados le explicaron lo ocurrido; James tuvo una pesadilla y asustó a Mikaela. La menor ya logró calmarse y se fue a dormir. Ahora solo quedaba uno.

—Juro que vi algo, papá Javi. —explicó el menor con lágrimas en sus ojos.

—Lo sé, pero fue una pesadilla. —suspiró, palmeando la almohada— Ven aquí, James.

El menor se recostó en su camita con el adulto sentado a su lado, apoyado en el respaldo.

—Duerme, yo cuidaré que no tengas sueños feos ¿si? —habló acariciando sus cabellos.

James no muy convencido asintió tapándose con la manta hasta el cuello, acomodando el peluche de perrito a su lado, y acurrucándose cerca de su padre.

—N-no puedo dormir... —lloriqueó— ¿Puedes...?

—¿Te gusta mucho esa canción, no es así? —sonrió— Es muy linda la verdad.

Javier no era un gran cantante, lo aceptaba, pero si su voz podía calmar a sus hijos, cantaría todos las veces que fuera necesario.

Hijo del corazón... Deja ya de llorar... Junto a ti yo voy a estar y nunca más te han de hacer mal...

Conforme entonaba, bajo y suave, daba mimos al menor y limpiaba sus lágrimas. Visualizó a Miguel en la puerta y le hizo un ademán de guardar silencio, este solo sonrió y asintió. Finalmente, James se quedó dormido con una pequeña sonrisa, tranquilo.

Sus padres siempre le brindan calma y seguridad, y su hermana es su fiel compañía.

Confía en su familia. 

Buenas,, ¿Qué les pareció?

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Buenas,, ¿Qué les pareció?

Se les quiere, cuídense y tomen awua <3.

❒ | ¿𝐔𝐩𝐬? [Mikellino]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora