|👨👨👧👦| Una cita al pediatra, que ni siquiera era para Javier, le cambiaría toda la vida.
Javier lidiaba con mellizos constantemente, sus hijos, que eran el fruto de aquella noche apasionada que compartió con Miguel. Al día siguiente, uno de e...
— Papá, tego una pegunta. —Dijo Mikaela tomando asiento en el sofá junto al mayor.
— ¿Qué pasó cariño? —Habló Javier dándole un sorbo a su lata de gaseosa, hoy era su día libre.
— ¿Tenemos oto papá o mamá?
La pregunta fue tan inesperada que Javier casi en vez de escupir su bebida casi se atraganta con ella.
— ¡PAPÁ NO TE MUEYAS! —Chilló preocupada la menor dando pequeños golpes en su espalda.
— E-estoy bien, gracias. —Recuperó la compostura— Hija mía, ¿de dónde sacaste eso?
— Es que casi todos mis amigos tenen dos pades, pero la pofesora dijo que lo etenderé más adelate.
— Y tiene razón...
— ¡Hey! Dime donde está mi oto papá. —Le fulminó con la mirada.
Javier solo suspiró, al parecer hoy no será su día de descanso, dejando su bebida a un lado se acomodó en el sofá.
— Mira pequeña, te voy a contar una historia ¿vale?
— Pero es muy tempano para historias.
— Oh, yo tamben quiero. —Apareció James con su peluche en brazos.
— Esta no es para que duerman, es una historia muy interesante y linda ¿entienden?
— Sip.
Oh, sería una larga mañana, Javier ya estaba un tanto preparado para explicarles a sus hijos sobre su otro papá mediante una historia para no aburrirlos y que comprendieran.
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— ¡Hasta mañana! —Sonrió la castaña desde la puerta.
— ¡Adiós pofesora! —Habló James.
Mikaela solo caminaba agarrando la mano de su papá en silencio, algo pensativa.
Javier inmediatamente se dio cuenta de eso.
— Niños, hijos, mis amores... ¿que les parece si vamos por unos helados?
— ¡Siii! —Celebró James.
— Pero antes quisiera hablar con ustedes. —Se detuvo y se agachó a su altura— Especialmente con Mikaela.
— ¿Ahola que hice?
— Peque, sé que estás preocupada por tu otro papá, pero él está bien, los quiere mucho a pesar de que no está aquí. —Le sonrió— Nunca olvides eso.
— ¿Y que hay de papá Javi? —Mencionó cabizbaja.
—Oh, aprecio mucho tu preocupación... —Acarició la cima de su cabecita— pero papá no está solo, los tengo a ustedes. Mis dos pequeños que alegran mis días, a pesar de sus travesuras son mis hijos y los quiero mucho, lo saben ¿verdad?