—Joder padre no es eso, siquiera le he dicho que tiene que casarse conmigo —digo entre dientes.

—¡Que qué! —exclama dejando de reír y cambiando de humor de pronto.

—Lo que oíste no pud... —me interrumpe nuevamente.

—Tohbías sabes que somos tradicionales por generaciones. Nadie puede enterarse que fue una inseminación, sino surgirán muchas preguntas y sabes lo que conlleva eso

—Lo sé papá, mañana se viene a vivir a mi apartamento, se lo diré poco a poco. Si lo de vivir juntos no lo tomó bien, imagina cuando le diga de casarse con alguien que no conoce.

—Pues sabes que tienes que hacer y todo tiene que ser antes de que comienze a crecer la barriga —dice como sino supiera los riesgos que estoy corriendo ahora mismo.

—Sí padre, me voy. —Giro mi espalda para salir de allí.

Escucho por detrás que me pregunta:

—¿Ya pensaste en la fecha? —Sé a lo que se refiere.

—Aún no —contesto tajante con sinceridad saliendo del despacho.

No quiero volver a tener esa conversación con él. La ultima vez no acabó bien.

Salgo de allí y en el trayecto a casa vuelvo a pensar en la peli cereza. Es bonita sí, es realmente bonita, pero joder... ¿esos gritos por qué?

Mesly me habló sobre esas crisis y me dijo que debía evitarlas, pero no me dijo que fue lo que las causó y creo que esta vez la curiosidad me ganó.

Marco el numero de Marco en mi celular.

—Nesecito saber quién es Molly Barnett, todo lo que encuentres sobre ella envíamelo al correo de siempre.

—Vale Tohb —responde Marco y cuelgo.

Llego a casa, le envío un mensaje al número que me entregaron en los papales de la clínica para que no se le olvide, odio a las personas impuntuales. Tras el resto de la noche hago lo de siempre, adelantar trabajo desde mi laptop, cenar y caer en la cama muerto del cansancio.

Al otro día me arreglo rápidamente y me visto con el que hace nueve años es mi color favorito "Negro". Salgo del departamento colocándome mis gafas de sol, llego al auto avisándole a Malcom mi jefe de seguridad que contraté hace tres años, a dónde nos dirigiremos.

Al llegar al lugar que marqué en el GPS, veo alrededor y no parece un barrio de personas con bajo presupuesto. Sin darle vueltas al asunto sigo directo al apartamento o mejor dicho casa que tengo enfrente. Muchas plantas y arbustos tiene en la entrada, y dos fuentes entre el camino de ladrillos que hay directo a la puerta. Todo es de color blanco y marfil. Veo las ventanas grandes de cristal con sus cortinas por dentro, y justo bajo ellas muebles de exterior un poco a lo lejos de la puerta.

Toco el timbre de la gran puerta de madera y no pasa en minuto cuando esta se abre.

Veo a una Molly de ojos cafes que me mira tímidamente. Me le quedo mirando fijamente y ella no me aparta la mirada, como si también me estuviera detallando. Aunque está un poco roja, se le ve nerviosa.

—¿Todo listo? —digo interrumpiendo el momento.

—Hola, sí ya podemos irnos —saluda bajo.

Le indico a mis hombres que recojan su equipaje que veo más atrás cerca de los muebles blancos modernos. Y esta al no decir nada, noto que se gira y como crío me le quedo observando el trasero que con ese vestido rosa se le marca más que ayer. Se agacha y toma del piso lo que parece ser un gato.

«¿Qué? ¿Un gato?»

Se dirige hasta mí con él entre sus manos, a lo que me adelanto sin esperar que diga algo antes.

—¿El gato va? —interrogo cortante, odio los gatos.

Después de que coger una gran alergia debido a uno que le regalaron a mi madre a mis ocho años, nunca más siquiera me he acercado a uno. La pase muy mal, tenía una coriza tras otra, cada vez que el animal se me acercaba a mí.

—Sí, no puedo dejarlo es parte de mí —dice ella poniendome ojitos, ojitos que al parecer tienen poder de convencimiento.

Ya tendré que mantenerme lejos de ese animal, pongo los ojos en blanco pero no le digo nada al respecto.

Sé que sería dificil dejar su casa e irse a vivir con un extraño. Me giro para irnos indicándole el auto y que suba.

Tras montarnos arranco y la veo por el espejo retrovisor ya que montó atrás, cómo acaricia a su gato que lo tiene sobre su regazo. Me mira también por este y aparto la mirada a la carretera.

Siento mucha tensión en el auto. Después de dejarla tengo que ir a trabajar y también ir a hablar con Ellie. Desde que rompí el contrato pagando la indemnisación con su padre no la he visto, me ha mandado muchos mensajes desde ayer pero no le contesté a ninguno ya que creo que se merece que hable con ella frente a frente. Nosotros siempre nos hemos llevamos bien.

Mis pensamientos quedan interrumpidos de repente por la voz de Molly, que me dice de repente en un tono bastante alto y exigente:

—¿Estás comprometido? —cuestiona como si me hubiera leído el pensamiento.

Freno de pronto el auto tras lo que acabo de escuchar.
¡Qué Rayossss!

¿No lo sabía? ¡Joder!
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