Besos A Distancia | Fanfic Caché | TERMINADA

Capítulo 27

Daniela Calle

Saltillo – Coahuila

Una semana después

¿Se puede vivir en piloto automático?

Los días han perdido el color a mi alrededor. Nada tiene sentido.

Los días han pasado sintiéndose con una bruma espesa, con una carga adicional invisible que trato de ignorar y que simplemente no puedo. Realmente es asfixiante sentir que estás en el fondo del mar y que solo respiras una vez por minuto.

Aguantas y aguantas.

Resistes hasta que sientes como tus huesos comienzan a contraerse. El dolor es insoportable.

He perdido todo.

A mis padres, a mi hermana, a mi casa e incluso a mi amigo leal. A Rodrigo.

Aún tengo en mi memoria el sonido de ese último suspiro que dio. Como sus ojos se apagaban de a poco, él quería vivir. Lo sé porque se removía inquieto tratando de buscar esa fuerza que antes poseía.

Mi Rodri.

Las lágrimas deslizan por mi mejilla escapándose del dolor que hay en lo más profundo de mi alma. No creo poder superar esto jamás.

— Dani...

Escucho que me llaman y dejo de acomodar las cajas para voltear un poco mi cabeza al lado derecho. Suspiro al notar que es Brisa.

— ¿Qué haces?

Su voz se escucha con preocupación. Yo solo levanto mis hombros y vuelvo a la labor.

— Trabajando.

Esa es mi respuesta, corta y simple.

He estado trabajando en un almacén de comida desde hace un par de días. Cargando cajas y soportando el dolor en mi espalda. Creo que esta es mi forma de poder resistir al dolor emocional que me está destruyendo. De alguna manera tengo que contrarrestarlo y esta es la única forma que encontré.

Sé que me ayudaron a salir de Los Álamos, pero eso no significa que me quedaré de brazos cruzados. Tengo que buscar la manera de pagar todo lo que me han dado para no deberle nada a nadie.

— Dani, esto no es necesario...

— Brisa, no te metas, por favor. –le pido al tiempo que sigo cargando pesos sobre mis hombros.

— Angie dijo que te ayudaría, y eso hace. –yo detengo mis movimientos.

— Migue, puedes ayudarme con esto... dame cinco minutos –le pido a uno de los muchachos y él me asiente quitándome la caja.

— No hay pedo. Ve. –dice.

Salgo del almacén agarrando del brazo a Brisa. Camino con ella hasta la parte exterior y al llegar veo como está una camioneta estacionada frente a mi trabajo.