Besos A Distancia | Fanfic Caché | TERMINADA

Capítulo 25

[Mini maratón: 2/3]

Poché

Sur de Venezuela

Clínica Puerto Ordaz – Al día siguiente

09:12 a.m.

Desde que desperté luego del ataque del cual fui víctima, no he podido moverme sin que mi papá o alguno de mis amigos esté al pendiente de mí. Sus preguntas se basan en: "¿Estás bien? ¿Te duele algo? ¿Qué necesitas? ¿Quieres agua? ¿Vas a comer ya? ¿Quieres ir al baño?" agradezco su atención, sin embargo, creo que ninguno alcanza a imaginar lo que hay en mi mente y en mi corazón justo ahora.

Tengo miedo.

La noche anterior no pude hacer otra cosa más que tener pesadillas, soñaba una y otra vez con ese ataque, con los golpes, sentía como uno tras otro se iba incrustando en mi cuerpo quitándome el aire y causándome un dolor inimaginable.

¿Será así? ¿Así serán mis noches a partir de ahora?

Tengo temor de que vuelva a pasarme lo que me pasó, ser atacada sin razón alguna. Ser la pera de boxeo de cualquiera que quiera golpearme.

¿Por qué?

Esa pregunta me pasea y pasea en la cabeza. ¿Qué fue lo que hice para que alguien decidiera golpearme al punto de casi romperme el alma?

¿A quién le hice tanto daño?

— ¿Puedo saber en qué piensas?

El suave murmullo de la voz de Laura me hace salir de mis pensamientos, giro un poco mi cabeza hacia donde está ella a un lado de mi cama, sentada en uno de los sillones que hay en la habitación del hospital.

Trato de pasar saliva, pero mi garganta se siente seca y áspera.

— ¿Puedes darme un poco de agua? ... por favor.

Digo con la voz rasposa y casi ronca.

Ella asiente, se levanta y camina hasta la bandeja con la comida que trajeron temprano para que yo desayunara. Cabe decir que no probé bocado alguno. No puedo. Mi apetito desapareció.

Mi mente divaga y viaja sin darme cuenta a otros momentos. Estar en un hospital desde la muerte de mamá se convirtió en una fobia adquirida para mí.

Detesto los hospitales.

Las personas llegan caminando y salen con los pies por delante. Sin vida. Sin alma.

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— Mamá... perdóname.

Mi llanto es incesable, desde que empecé a contarle a mamá acerca de todo lo que soy, no he podido parar de llorar.