Capítulo 11: Una jarra de vinagre ¿O dos?

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El sol brillante, bañando la residencia de la Secta Wen con su luz cálida, aunque la sensación de tensión en el aire no se desvanecía. El cielo era despejado, pero el viento soplaba suavemente, refrescando el ambiente. Las hojas de los árboles susurraban con cada ráfaga, y el sonido de los pasos sobre la tierra rompía el silencio del mediodía.

—Líder Wen— dijo una voz fuerte y resonante detrás de ellos, interrumpiendo el aparente sosiego del entorno.

Wen Ruohan, acompañado por Wen Chao y Wen Zhuliu, se detuvo. Todos voltearon hacia la fuente de la voz. Al reconocerla, Wen Zhuliu se adelantó sin vacilar, posicionándose frente a su líder, protegiendo al pequeño que dormía plácidamente en los brazos de Wen Ruohan.

—Jiang Wanyin —respondió Wen Ruohan con tono neutral, su semblante impasible mientras ajustaba su agarre en el pequeño A-Ying, asegurándose de que se mantuviera seguro y protegido bajo la luz del sol. Su expresión habitual de frialdad no revelaba sus pensamientos, y la tensión aumentaba con cada segundo de silencio.

Jiang Cheng tragó saliva, sintiendo cómo la mirada del Líder Wen lo hacía vacilar. La sombra de la presencia de Wen Ruohan bajo la luz diurna parecía más imponente que nunca.

—Jiang Wanyin, pensé que ya habías regresado a tu secta —comentó Wen Ruohan, esbozando una sonrisa irónica que apenas curvaba sus labios.

—¡No puedes negarme ver a mi hermano!— respondió Jiang Cheng de inmediato, con su voz llena de una mezcla de desesperación y desafío. —¡Si está bajo tu cuidado, te demostraré que soy digno de él! Solo quiero... asegurarme de que está bien— agregó, esta vez con un tono más suplicante.

Wen Ruohan mantuvo la mirada fija en él, el viento jugando con los pliegues de su túnica, haciéndolos ondear ligeramente. La luz del sol hacía brillar su elegante atuendo, pero su rostro seguía siendo frío, calculador. El silencio entre ambos se alargó, mientras el líder Wen evaluaba cada palabra, cada gesto de Jiang Cheng.

Finalmente, el líder Wen rompió el silencio. —Ven con nosotros— dijo sin emoción, comenzando a caminar hacia la residencia de la secta, sus pasos tranquilos bajo la luz del sol.

—¿Qué?— preguntó Jiang Cheng, sin poder disimular su confusión.

—No hagas ruido y ven— repitió Wen Ruohan con indiferencia —Acompáñanos a cenar.

—¡Padre! ¿Qué estás haciendo?— protestó Wen Chao, sus cejas fruncidas mientras observaba a su padre con incredulidad.

—A-Chao, no grites, despertarás al pequeño —replicó Wen Ruohan, su tono firme pero sereno, refiriéndose al niño que descansaba en sus brazos.

Jiang Cheng, todavía desorientado, comenzó a seguirlos, aunque sus pasos eran cautelosos. Seguía a Wen Ruohan que caminaba adelante a un paso lento, haciendo algunas compras, saludando levemente a las personas mientras caminaba a la secta.

Mientras caminaba tras ellos, el paisaje de la Secta Wen, con sus vastos jardines y estructuras imponentes bañadas por la luz del sol, no lograba calmar la tormenta interna que se desataba en el corazón de Jiang Cheng. Los últimos rayos del sol cubriéndolos, pero la sombra de la incertidumbre y el miedo lo envolvía. Sabía que un solo paso en falso podría costarle a Yunmeng Jiang un Líder. Sin embargo, tenía que confirmar con sus propios ojos que Wei Wuxian estaba bien, y que todo lo que había escuchado no era más que rumores. Tanta era la incertidumbre que Jiang Cheng sentía, que ni siquiera había visto al pequeño en los brazos del líder.

El segundo hijo del líder Wen lo miraba con desconfianza, mientras Wen Zhuliu se mantenía sin ninguna expresión.

A medida que avanzaban, el silencio era palpable. El sol estaba comenzándose a ocultar, y las primeras estrellas comenzaban a brillar en el cielo.

El sol de QishanWen☀️Where stories live. Discover now