On the quiet

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Día 10: En otra vida

La hierba medianamente alta del pastizal les envolvía suavemente, permitiéndoles un cómodo lugar para recostarse y hacer lo que quisieran. La suave brisa conseguía disminuir el calor de los rayos del sol junto con mover lentamente las nubes que estaban sobre ellos. - Mira, esa de allá parece caca de caballo. - Mismas que ahora mismo estaban apreciando y buscando alguna forma. Horacio mantenía su cabeza sobre el pecho de su novio manteniendo sus cuerpos perpendicularmente, dejando a ambos en una pose cómoda sin ser demasiado sofocante para la actividad que estaban haciendo.

- No le veo la forma. - Ambos se habían escapado de sus hogares hace un par de horas para encontrarse en aquel lugar, lugar el cual los había acogido durante meses y presenciado las centenares de muestras de amor que ambos debían expresar a escondidas.

- Estás oxidado, mira. Que ahí está, sólo que medio deformado porque otros caballos la han pisado. - Jugaban a lo mismo desde hace unos diez minutos, encontrándose con algunas figuras bastante nítidas y otras completamente abstractas que el moreno conseguía crearles alguna historia; tal como ésta.

- Haré como que ya la entendí. - El mayor dirigió inconscientemente su mano al cabello del menor, empezando a acariciarlo lentamente. - La de allá parece una sirena, está sentada en una roca o algo así. - Apuntó hacia una nube con su mano libre. Horacio dirigió su vista hacia allí, entrecerrando los ojos en busca de la figura que el de zafiros decía.

- Yo veo una gaviota picoteando un pescado.

- Pues sí, también puede ser eso... - El silencio reinó por unos segundos. Horacio buscaba alguna otra figura y Volkov se dedicó a ladear levemente su cabeza, lo suficiente para tener a la vista el perfil de su pareja; no era de lo más cómodo pero valía la pena si iba a tener tales vistas. Hipnotizado dejó las caricias, llevando su mano hasta la mejilla del moreno, tocándola suavemente y deslizando su pulgar con lentitud. Horacio con curiosidad por el repentino y suave tacto volteó a mirarlo, encontrando su azulada mirada fija en su rostro, sonriendo tiernamente al notar que nuevamente se había perdido mirándolo. Viktor no comprendía que había de malo con amar a ese hombre, es que únicamente era necesario un vistazo y ya caes rendido a sus pies. Sus orbes bicolor y la brillante sonrisa que tenía junto con su ondulado cabello castaño le hacían el hombre más apuesto que nunca había visto antes. No comprendía a la sociedad con sus reglas sin sentido ¿Era un fenómeno por amarlo? ¿Alguien enfermo? Era lo que escuchaba constantemente respecto a la homosexualidad. Y es que de verdad no entendía qué hacía mal, únicamente amaba a otra persona y ésta a él ¿Tan malo era eso? ¿Por qué su amor debía ser un secreto y tener que mostrarlo ocultos? Era completamente injusto, no había nada distinto entre ellos y cualquier otra persona, amaban como cualquier otro y odiaba el hecho de ser juzgados completamente por eso. Odiaba a su familia, odiaba a Estados Unidos, odiaba a la sociedad y odiaba 1941. Simplemente quería estar en cualquier otra década del futuro en la que pudiera caminar por la calle junto a Horacio y tomados de la mano, sin temor a ser criticados o incluso ser agredidos físicamente. Pero ahora mismo no podía, y debía simplemente conformarse con entregarle todo su amor a escondidas del mundo; en donde estuvieran solo ellos dos y nadie más, con eso le bastaba y era feliz.

- ¿Vik estás bien? - Volvió a la realidad con la pregunta del menor, quien había cambiado de posición estando ahora a su lado pero inclinándose levemente hacia su rostro. Se había preocupado al ver como poco a poco su ceño se había ido frunciendo, decidiendo sacarlo de sus pensamientos y acariciar suavemente su mejilla.

- Sí, solo pensaba, no te preocupes. - Le mostró una pequeña sonrisa de labios cerrados, viendo como la preocupación del contrario disminuía pero no desaparecía del todo.

- ¿Estás seguro? Siempre que te pones así es porque piensas en algo malo.

- Estoy bien te lo prometo, solo un pensamiento pasajero, nada grave. - Nota como aún no está muy convencido, por lo que le deja un rápido y suave beso en los labios. - ¿Te quedó claro? - Horacio soltó una risita.

- La verdad no mucho ¿Me lo puedes repetir? - Otro beso más. La sonrisa no salía de sus rostros ni aunque quisieran. - ¿Sabes? Como que no te entiendo creo que me debes volver a decir. - Esta vez fue Volkov quien rio. Y en un rápido movimiento invirtió las posiciones, estando ahora él arriba dejando otro beso un poco más largo.

- ¿Así o más claro? - sonreía bobamente ante - según él - el perfecto rostro de su pareja. Admirando el sonrojo en su canela tez y el brillo único y especial que tenían sus ojos.

- Más claro. - Ni una palabra más fue necesaria. Juntó sus labios nuevamente, pero esta vez era un toque más delicado y lento, un suave roce que transmitía todo el amor que se tenían. Al momento de separarse se quedaron mirando con una enamoradiza sonrisa, seguido de otro corto beso y acabando con Volkov abrazando a Horacio mientras ocultaba su rostro entre el cuello y hombro de su novio, sintiendo perfectamente su presencia mediante todos sus sentidos. - ¿Vik? - Emitiendo un sonido le confirmó que le estaba prestando atención. - Tú...¿crees que algún día....podamos ser nosotros mismos sin ocultarnos? - Soltó un suspiro ante tal pregunta, estaba entre decirle lo que realmente creía o decirle algo que él ya sabía era mentira. Al final lo mejor era ser sincero y realista, por lo que dejándole un pequeño beso en el cuello, habló.

- Por lo menos ahora y en un largo...muy largo tiempo no creo. Pero...tal vez en otra vida si podamos. Y te voy a buscar para poder hacerlo. - Habló con total honestidad, escuchando y sintiendo como el corazón del moreno latía levemente más rápido.

- ¿Me lo prometes?

- Te lo prometo. - Siguieron con esa calma y amor por varios minutos más, tal vez una hora. Hora en donde hablaban tranquilamente, se abrazaban, robaban besos o se le recordaban al contrario lo mucho que lo amaba. Fue así hasta que ambos cayeron dormidos entre los brazos del otro. La vida era difícil para ambos, y sabían que no mejoraría dentro de poco. Pero tenían la pequeña esperanza de que en otra vida volverían a amarse, pero esta vez podrían demostrarlo al mundo, y finalmente amarían como corresponde sin tener que hacerlo a escondidas. Se iban a volver a encontrar y enamorar, era una promesa.

Volkacio Loving MonthWhere stories live. Discover now