🎃 La hermana del diablo

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La habitación era distinta. Ya no existía una cama, ni una mesita de luz, incluso el color de la pared era otro. La habían convertido convenientemente en una sala de juegos con múltiples cojines y mandos de PlayStation. Logan se encontraba sentado en el sofá con los brazos extendidos en los costados, y Hannah estaba sobre él. Axel se quedó sin aliento, y antes de poder pronunciarse al respecto, Diana abrió la boca:

—Oh, vaya, si era una zorra después de...

Axel, llevado por la ira y sabiendo que insulto proferiría, la tomó de la cabeza y la puso contra la pared, a centímetros de aplastársela.

—Deja de llamar a mi hermana zorra o puta —exclamó Axel y Diana sonrió—. Solo no digas nada, o tu cabeza rodará por las escaleras.

Para Axel era irónico que estuviera reproduciendo la misma escena a la que Diana lo sometió años antes, con los papeles invertidos. Le daba un poco de asco. Y un poco de satisfacción.

—¡Axel! —interrumpió Hannah acomodándose el cabello y la falda— ¡¿Qué diablos te pasa?! ¡Está embarazada!

Axel le lanzó una mirada de «¿Es en serio?», y Hannah lo ignoró, yendo hacia Diana. El gesto de su hermana era forzado por detrás del impecable maquillaje y sintió una punzada de desconcierto al recibir una mirada de enojo.

—Iré con mi hermana —anunció Diana mirando a Hannah—. Y le diré lo que acabo de ver.

—¿Qué viste? —preguntó Hannah extrañada— Solo me estaba ayudando con...

—No importa —refutó Diana—. No puedes estar a solas con un alfa, es raro.

«Raro» significaba «inapropiado». Y Axel estaba de acuerdo solo porque se trataba de Logan.

—No creo que sea raro —insistió Hannah preocupada, pero Diana ya había salido por la puerta. Hannah miró a Axel con tal ardor que lo hizo sentir culpable de existir—. ¿Por qué viniste?

Era una buena pregunta. Pero Axel no iba a acusarla de nada con testigos presentes. Miró de refilón a Logan y, como no, el alfa ya tenía los auriculares puestos mirando el celular.

—Solo quise... —murmuró Axel—. Sorprenderte...

—¿Sorprenderme en qué? —exigió Hannah cruzándose de brazos, sus cejas estaban formando una sola—. Te pedí que vinieras, pero te negaste, va Diana y vienes con ella casi saltando como mejores amigos, ¿qué demonios te pasa?

Axel había olvidado a propósito la personalidad de su hermana. A veces tan sumisa y alegre como una florecilla de primavera, en otras tan oscura y arisca como una tempestad, una actitud que fue resultado de años de ser señalada como la perfección misma. Enseriando el rostro, Axel la tomó del antebrazo y la sacó de la habitación. Si iban a discutir, lo harían en un pasillo oscuro y silencioso, muy alejados de los oídos de Logan. Axel no necesitaba que ningún desconocido supiera sobre los secretos de la familia Green.

—Diana mencionó que le disté té del jardín de papá —proclamó susurrando Axel—. Y tú y yo sabemos que papá no plantó justamente manzanilla o jengibre.

Hannah sonrió con la misma dulzura que la de un caramelo.

—¿Y eso qué? —cuestionó Hannah con tranquilidad—. Nunca la obligué a tomar nada. Ella quiso. Todas las flores son igual de bonitas y coloridas, nadie esperará realmente que supiera cuales eran las venenosas. No te preocupes.

—Hannah —exclamó Axel—. No está bien lo que hiciste.

Se escucharon aplausos y festejos de la gente de abajo. Hannah suspiró, estirando el cuello y luego fijando la vista en Axel.

Señorito DesconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora