Capítulo 34

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Jimin se tomó una semana antes de volver al trabajo.

Los primeros tres días los pasó hundido en su cama, culpando a las hormonas del llanto que no era capaz de detener.

Para el cuarto día, salió de la cama y se dedicó a bombardear la web con su currículo, postulándose como abogado para todas las empresas más importantes de Seúl.

Cuando la semana acabó, tenía previstas dos entrevistas para la semana siguiente.

Sintiéndose bastante más animado, redactó su carta de renuncia, con efecto inmediato, como abogado de Jeon Holdings, Inc.

Ese lunes se vistió formalmente, se peinó su cabello y se calzó sus zapatos, y se presentó en el despacho en el que había trabajado los últimos meses.

Jungkook había vivido la peor semana de la que tenía recuerdo.

No se había sentido tan vacío cuando se había divorciado de Na Ra, ni tampoco cuando se había visto obligado a casarse abandonando todos sus planes de juventud.

Necesitaba y ansiaba ver a Jimin, aunque una parte de él no hacía más que repetirle que no era una buena idea.

Lisa finalmente se había incorporado a la empresa, pero la relación de Jungkook con sus hijos era, si cabía, más distante de lo que había sido cuando él aún estaba con Jimin.

El fin de semana no había sido especialmente relajante, ya que viéndose apabullado por los recuerdos de su departamento, se había prácticamente instalado en el despacho.

Para cuando el lunes llegó, se sintió agradecido de poder dedicarse a trabajar hasta el cansancio.

Estaba enfrascado en los estatutos de una de sus empresas cuando llamaron a la puerta de su despacho con dos suaves golpes.

—Adelante —dijo levantando la vista de la gruesa carpeta en la que trabajaba.

Su corazón se saltó un latido cuando vio al abogado que amaba, adentrarse en su despacho.

Estaba serio, pálido y ojeroso. Su cabello peinado elegantemente.

Vestido con un traje hecho a la medida.

Era precioso. A pesar de la tristeza y el dolor que se vislumbraba en su rostro estaba precioso.

—Hola —saludó en un murmullo.

—Buenos días, Jungkook —le respondió el con formalidad.

—Pasa. Siéntate. —dijo señalándole la silla frente a él, aunque el ignoro su oferta. —¿Cómo te encuentras?

—Muy bien, gracias.

—Me dijeron que no te encontrabas bien estos días —comentó ganándose una mirada sarcástica de parte del chico.

—No esperas una respuesta —replicó con dureza.

—Lo siento, Jimin —reconoció apenado mesándose los cabellos en un gesto desesperado. —Te aseguro que lo haría diferente si pudiera pero...

—No he venido a hablar sobre eso, Jungkook —le cortó indignado.

Lo entendió. Supo que tal vez era demasiado pronto para hablar sobre ellos.

—¿Qué necesitas? ¿Quieres tomarte unos días? Puedes tomarte los días que necesites —ofreció.

Jimin le observó desdeñoso antes de hablar.

—No hará falta —aseguró abriendo su maletín para sacar un sobre que le entregó en mano.

—¿Qué es esto? —le preguntó mientras abría el sobre.

Seducción prohibida Where stories live. Discover now