|PIJAMADA EN GUSU|

2.3K 318 229
                                    

Sábado 27 de marzo

Xue Yang y Song Lan no suelen compartir mucho, una broma pesada por aquí, otra por allá, son ese tipo de padre e hijo que guarda cierta distancia entre ellos pero que se quieren. No es una exageración decir que no son el favorito del otro, pero coexisten pacíficamente por XingChen y A-Qing; a quienes ambos adoran.

Ambos lo comprenden y están muy bien con ello, pero...

¡Coexistir en la misma casa y existir en casas distintas son cosas completamente diferentes!

Por alguna razón que ambos desconocen –pero que XingChen conoce perfectamente–, se sienten reacios a soltarse. Alejados de la multitud, padre e hijo comparten un calido abrazo como nunca, como si pasar una noche en Gusu fuese la cosa más difícil para ambos. Song Lan estaba arrodillado a la altura del menor, estrechándolo fuertemente en sus brazos; y Xue Yang escondió su pequeño rostro en el cuello del mayor, negándose a soltarlo. Estaban sufriendo a su manera, pero a los ojos de A-Qing y XingChen se veían bastante chistosos.

—A-Yang, recuerda cuidar de tu hermana. —le recordó Song Lan.

El pequeño rodó sus ojos achocolatados e hizo un pequeño mohín con los labios. —Yo siempre cuido de ese chicle, papá. —le recordó con disimulo.

Sin embargo, fue tan malo disimulando que Song Lan no pudo contener una suave carcajada antes de decir: —Lo sé, tesoro. Lo sé.

Ser mimado por XingChen es genial, pero ser llamado tesoro por Song Lan fue un nuevo nivel de emoción para el pequeño de ojitos color chocolate. Parecía un pequeño gatito que buscaba mimos, adorable y gruñón al mismo tiempo. Xue Yang temía que si aceptaba irse fácilmente a otra casa pronto lo echarían de la suya, y se niega totalmente a ese escenario.

—No voy a ir... —declaró el menor, acentuando el mohín en sus labios.

Song Lan sintió que algo andaba mal en esa declaración y lo alejó –algo renuente– de su cuerpo, lo miró a los ojos y observó en silencio como el pequeño bajaba la cabeza, desviando la mirada.

—¿Qué pasó? Hasta hace un rato querías ir. —mencionó el mayor.

—No, ya no quiero. —declaró Xue Yang.

—¿Estas seguro?

El pequeño titubeó indeciso. Quería ir, por supuesto; pero al mismo tiempo quería quedarse en casa. ¿Cómo podía explicar eso? Al final, tomó aire y habló inflando ligeramente los mofletes.

—Si nosotros vamos, ustedes se van a acostumbrar a estar solos de nuevo y ya no nos van a querer en casa...  Me gusta nuestra familia, también me gusta nuestra casa... No iré. —dijo Xue Yang.

Song Lan ladeó su cabeza, pensando en cómo llegaba el menor a tales conclusiones. Luego sonrió con cierta ternura mal disimulada, creando una mueca extraña.

Xue Yang frunció el ceño. —No es gracioso. —le reprochó.

—No lo es —afirmó él—, solo creo que tienes muy buena imaginación. Podrías hacer buenos cuentos si quisieras. —dijo Song Lan con una media sonrisa.

Xue Yang hizo una mueca de disgusto con los labios y estuvo tentado a correr a los brazos de XingChen, que estaba unos metros más allá. Sin embargo, el adulto lo detuvo.

—A-Yang, quiero que tengas muy clara una cosa... Tu papá y yo no teníamos a nadie más antes de conocerlos a ustedes, y aunque no lo diga a menudo, son lo mejor que nos ha pasado. Nuestros días son muchísimo más felices desde que llegaron a casa, se convirtieron en nuestros hijos; ustedes son lo más cercano una familia que nosotros tenemos. No vamos a abandonarlos, eso tenlo por seguro. —dijo Song Lan con una mezcla de firmeza y suavidad, dando pequeñas caricias a las mejillas rojas del menor.

¡La guardería de Xichen! | MDZS AU |Where stories live. Discover now