Capítulo XXIII

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—Realmente nunca pensé que haría algo así... Pero siento que es lo que más necesito... Hablar con ustedes, o al menos que me escuchen de donde sea que estén...

Estaba sentada frente a las tumbas de sus padres, a finales de aquel valle. Oía los ruidos que hacían algunos pequeños animales, indicando que faltaba poco para anochecer, los cuales estaban dentro del bosque que se hallaba a pocos metros de ella.

Era un bello lugar.

Jugaba con la bolsita de glicinas con una de sus manos, mientras que la otra la utilizaba para apoyarse. Su postura era cerrada en sí misma. Parecía que, aún estando allí, le avergonzaba tener que hablar de ella y más con las personas que la habían criado. No era algo de lo que estuviese acostumbrada.

—Espero poder tranquilizarme estando aquí con ustedes...

Tragó saliva, haciendo lo mejor posible para deshacer el nudo en su garganta.

—Los extraño mucho, primero que nada...

Apretó sus labios, tratando de controlar su respiración y relajar todo lo que comenzaba a sentir, lo cual no sabía cómo describir.

—Pues... Admito que es raro hablar de mí, respecto a c-cómo me siento— hizo una pausa para estabilizarse —. Pero estoy cansada...

Miró el suelo unos breves segundos, para luego suspirar.

—No pensé que realmente necesitara desahogarme... Pensaba que estaba bien por no llorar, pero acabo de llegar a la conclusión de que si no lo hago, estoy peor...

Se reacomodó en su sitio, quedando más de frente a las piedras que estaban allí.

—También pensaba que no preocupaba a mis hermanos... Me estoy dando cuenta de que en realidad no sé nada, cielos...

_____ soltó una risita, avergonzada de sí, al tiempo en que pasaba una mano por una de sus mejillas para secarla de una lágrima escurridiza.

—Creo...— y sacudió la cabeza, retractándose de esa palabra. Volvió a empezar —Comenzaré a ocuparme de mí... No solo para que los demás no se preocupen, sino para sentirme completamente tranquila y feliz conmigo... No quisiera que los demonios que cargo me acaben...

Alzó la mirada al cielo, percatándose de que faltaba poco para el atardecer.

—En serio espero que no me sea un proceso difícil...

Se sentó dándole la espalda a las piedras, así ver como el sol desaparecía por el horizonte, sobre las montañas que estaban a kilómetros y kilómetros de allí. Mientras apreciaba la imagen natural, seguía conversando como si ellos estuvieran ahí con ella.

Con la simple idea de que podía expresarse ante ellos por primera vez, la ayudaba. Y más si sus padres siempre estuvieron para lo que necesitara.

 Y más si sus padres siempre estuvieron para lo que necesitara

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Ya había perdido la noción del tiempo. Quizás dos horas estuvo sentada, hablando sin parar de cómo se sentía. Habían periodos en los que lloraba y otros en los que lograba dejar escapar una risa por algún recuerdo que le venía de la nada.

Pero sentía sus hombros más livianos, incluso su cabeza le dolía menos. Estaba en una tranquilidad propia que no había sentido en años y no recordaba su sensación.

Hacía un rato, se había acabado la comida que llevó consigo y la bolsita de glicinas la depósito en su regazo.

—Papá, mamá... Muchas gracias, por escuchar de una forma.

Concluyó con una sonrisa nostálgica y los ojos humedecidos.

—Realmente debí de hacer esto desde un comienzo... Ahora, regresaré y pediré disculpas... También les agradeceré por ser mis hermanos y preocuparse, y a Kyojuro. En un futuro, me quisiera casar con él.

Dijo segura, incorporándose de por medio, oyendo a lo lejos un pequeño crujido que no le dio importancia como al resto de ruidos que habían dentro de ese bosque próximo.

—Los vendré a visitar pronto, y traeré noticias de lo que llegue a suceder respecto a todo.

Pasó una mano por sus mejillas, secando las últimas lágrimas que se habían desprendido tras hacer una reverencia de despedida.

—Los quiero mucho...— y giró sobre sus talones.

Pasó sus manos por sus brazos, tratando de darse calor. Hasta hacía un momento no se había percatado de cómo había refrescado la noche. Esperaba no resfriarse.

Pero lo que provocó que su piel se erizara y se congelara en su lugar, fue una espeluznante carcajada que venía de su espalda. Exactamente del bosque.

Regresó atemorizada la vista por sobre su hombro, llevándose la peor sorpresa.

Un demonio.

¡Últimos capítulos! ¿Qué sucederá?

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Besos ♥

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