Capítulo XIII

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Con el lento paso de los días, Kyojuro Rengoku seguía sin aparecer. Y eso la tenía preocupada, y más si había dicho que, cuando acabara, regresaría allí rápidamente. Ya casi una semana.

Mientras tanto, por otro lado, el ambiente de la vivienda iba regresando a uno cada vez más animado. Podía escuchar a Ryo y Ohara jugar, al tiempo en que Akina le contaba un cuento a Nomi, y los dos mayores habían ido a trabajar. Ella por su parte, decidió retomar los bordados que había dejado, esperando no perder la habilidad.

Desde que discutió con Yoichi, no habían vuelto a cruzar palabra alguna, ni siquiera un "buenos días". Además de pasar unos momentos más a solas, pensando en sus palabras y en lo que sentía por el cazador de demonios.

Descubrió que amaba tenerlo cerca y saber que se encontraba bien. Y le desesperaba no saber cómo se encontraba, temiendo algún mal resultado, fatal. También deseaba un futuro a su lado, abrazarlo con todas sus fuerzas y expresarle tranquilamente lo que sentía hacia él.

Sonreiría si no fuera porque seguía intranquila por no saber de él. ¿Y si realmente le había sucedido algo malo? ¿Y si no lo volvía a ver?

Respiró profundo, dejando escapar el aire por su boca despacio, cerrando sus ojos. Al levantar la cabeza, los abrió pidiéndole a todos los dioses y a Buda que Kyojuro se encontrase bien como todos los días anteriores. Y retomó el bordado.

A los cuantos minutos, ya estando muy concentrada en lo que hacía, oyó como la voz de los menores aumentaba un poco. Debían estar jugando nuevamente a que eran cazadores. ¿De dónde habrían sacado los palos esta vez? En un rato iría a quitárselos como todas las veces, ya que las ganas de levantarse se habían esfumado.

—¿Puedo pasar?

Al escuchar esa voz, giró rápidamente a ver sobre su hombro, encontrándose con el chico en el cual tanto pensaba, asomándose por la puerta corrediza son una gran sonrisa. No pudo evitar dibujar una también, para dejar lo que estaba haciendo y así apresurarse a ir a abrazarlo. Pero al hacerlo, oyó como el de cabellos rubios con las puntas rojas dejaba escapar una pequeña queja.

—¿Qué te sucede?

Interrogó preocupada, soltándolo y distanciándose sin siquiera pensarlo. 

No obtuvo respuesta y Kyojuro la rodeó con sus brazos para volver a atraerla a su cuerpo. Estaba claro que quería abrazarla. Con cuidado, fue correspondiendo.

—Me caí y raspé con una gran roca en un costado. Fue una pequeña distracción que ahora estoy pagando— apoyo su cabeza sobre la de ella.

A los segundos, ya que no quería separarse de inmediato, _____ terminó haciéndolo. Le dijo que se sentara que ya regresaba. Tuvo que ir a buscar la pequeña caja que tenía para atender a un herido, teniendo lo básico de lo básico.

—Déjame curarte, por favor— indicó, luego de arrodillarse a un lado de él.

Rengoku había decidido sentarse en el suelo, con las piernas separadas y algo flexionadas.

—Estoy bien, no te preocupes— comentó sin borrar su sonrisa.

—Pero se te infectará.

—Entonces yo lo haré.

—Kyojuro, por favor, déjame ayudarte— pidió mirándolo con una ligera ternura.

Hacía lo mejor posible para imitar las miradas que solían hacer sus hermanos menores cada que querían hacer algo. Con ella no funcionaban, pero siempre lo hacían con el muchacho. Así que otra Okumura que lo hiciera, quizás funcionara.

—Bien— se rindió sin pasar mucho tiempo.

Luego de quitarse el haori, la parte superior de su uniforme y dejar la katana a un lado, prosiguió a alzar el brazo izquierdo, así tenía más comodidad para curarlo.

_____ por su parte, evitaba mostrar su nerviosismo, aunque la traicionaba y mostraba por breves momentos como su pulso temblaba.

Pasó el algodón humedecido con el líquido para las heridas. Podía no ser tan profunda, pero se notaba que llegaba a doler.

Cada que se lo permitía a sí misma, veía el perfil de su rostro. Kyojuro observaba el suelo, con una mirada mezclada entre cansancio y alivio, y su sonrisa más pequeña.

Terminó de envolver su torso con una venda, haciendo lo mejor posible para no ver demasiado, lo cual era complicado. Y se avergonzaba de ello.

—Listo. ¿Se siente bien?

Tras dejar las cosas de lado, sintió como el brazo que había quedado alzado, bajó para abrazarla con fuerza, echándola ligeramente sobre su cuerpo.

—Te extrañé demasiado— comentó cerrando sus ojos el de cabellos rubios con puntas rojas, acomodándose mejor para abrazarla.

______ estaba sumamente sonrojada, y todavía nerviosa.

—Yo... también...— dijo correspondiendo lentamente, mientras posaba sus manos en su espalda sintiendo con claridad los músculos de esa zona bien marcados, poniéndole los nervios de punta.

—Perdona por haber tardado tanto en regresar...— continuó Kyojuro, hablando cada vez más despacio.

Hasta quedar dormido, abrazado todavía a ella.

La apellidada Okumura lo dejaría dormir la siesta. Seguramente había estado demasiado cansado por esos días. Pero no quería separarse, a tal punto de desear quedarse así hasta que por lo menos despertara.

Y después de haberse relajado, quedó también dormida.

Y después de haberse relajado, quedó también dormida

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