Capítulo XX

717 140 5
                                    

—¡Rengoku!

Exclamaron Ryo y Ohara, saltando al recién llegado que los recibía en un fuerte abrazo y sonriente.

Alrededor de una semana había transcurrido desde aquel entonces y, esa vez, decidió retirarse para no interrumpir el apoyo familiar que le estaban dando. Lamentablemente, no fue su momento de aparecer.

—¡Tiempo que no te veíamos! ¡Te extrañamos!— mencionó el menor de los dos cuando se distanciaron.

—¡Yo también los extrañé! Estuve demasiado ocupado con mi labor— comentó mientras se volvía a parar, agachando la cabeza a verlos y cruzarse de brazos.

—¡Aún así queremos ser cazadores!— reiteró su gran anhelo, Ryo, con un brillo en los ojos.

—Su hermana no querría eso— y soltó una carcajada, la cual los niños no la siguieron.

—Respecto a ella... Ha estado extraña estos últimos días...

Se detuvo al oír sus palabras, regresando a mirarlos. Tras unos segundos, la curva en sus labios había comenzado a tender a desaparecer, pero retuvo ese acto para no darles más carga de preocupación. Los notaba demasiado.

—¿Extraña, cómo?— interrogó en su típico tono de voz.

—Pues extraña... No sabemos cómo describirlo...

—¿Me permiten ir a verla?

—Sí. Estaba en el cuarto de costura la última vez que la vi— informó el mayor de los dos pequeños, brindándole paso a la vivienda.

Y pasó solo, dejando a los Okumura salir a jugar un rato.

Se preguntaba una y otra vez el cómo sería la situación de _____ actualmente. ¿Estaría igual que la vez anterior? ¿O peor? Estaba preocupado él también.

Se paró frente a esa puerta y preguntar si podía ingresar. No oyó nada del otro lado, así que la fue abriendo despacio. Observó como la muchacha yacía sentada en medio de la habitación, estando perdida en sus pensamientos y sin emoción alguna en el rostro.

La cerró tras de sí, aproximándose a donde estaba. Se colocó frente a ella y se agachó hasta acabar arrodillado. De aquella forma, se inclinó hacia adelante un poco para abrazarla.

Cuando se distanció, notó que es visto finalmente por la Okumura, provocando que una pequeña sonrisa pintara sus labios.

—Hola— habló lo más bajo que pudo.

Pero no tuvo respuesta.

—¿Cómo has estado?

Quería saber por ella. Pero tampoco respondía.

Quedó un rato más así, viéndola y viceversa, sin nada más que hacer.

Estaba completamente en blanco la chica.

Por la muy escasa diferencia de altura por los sitios en los que estaban, ella sentada en un pequeño banco y él arrodilló a su frente, alzaba la cabeza a verla. ¿Qué podía hacer para intentar animarla?

Volteó a examinar el cuarto. Sus ojos se fijaron en la mesa que allí había. Más exactamente sobre una de las tantas cosas que tenía encima: un bordado sin terminar. Era perfecto, y todavía más si bordar era la actividad favorita de _____.

Se incorporó para ir a buscarlo. Al tenerlo en su mano, regresó con cuidado, evitando que el ovillo de hilo rodara y cayera. Nuevamente se inclinó, extendiendo el aro de bordado, el cual la chica tomó inconscientemente.

—¿Qué tal si bordas? Te gusta hacerlo y te sale muy lindo— dijo Kyojuro, ensanchando su sonrisa para alentarla.

Sin decir nada todavía, bajó la vista a lo que tenía en manos. Tomó la aguja y comenzó lentamente a pasarla por la tela.

El de cabellos rubios con las puntas rojas, vio unos segundos más su cara que no mostraba pizca de siquiera estar concentrada y así bajar a lo que hacía. Pero no tardó mucho que volvió a verla, aunque esta vez se percató de como su nariz se arrugó en un pestañear.

Se había pinchado sin querer.

Y así fue sucediendo las siguientes veces, a pesar de no parecerle motivo para que se detuviera un momento.

Kyojuro puso un alto a aquello, tomando el dedo que siempre salía afectado. Lo acercó a su boca para dejar allí un tierno beso, llamando su atención.

Sujetó con cierta fuerza su mano, para terminar posándola en una de sus mejillas, nuevamente alzando la vista a ella.

—_____, sé feliz— empezó diciendo —. No me gusta verte así...

Sin percatarse, fue acortando la distancia que había entre sus rostros para pegar delicadamente sus labios contra los de la Okumura.

Aquel acto hacia que en él pasara todo tipo de emociones. La llama en su corazón estaba encendida por ella, y ese primer beso, ocasionaban que creciera. Latía con fuerza, aunque fue cosa que pasó de largo por estar consciente del tacto entre sus labios. Hasta el roce final de estos al momento de separarse.

Fue abriendo sus ojos lentamente mientras se iba distanciando, notando que se hallaba desconcertada. Lo rompía verla mal.

No resistió y la rodeó con sus brazos, pegándola a su cuerpo con fuerza, como si de esa manera intentara consolarla. Incluso sintió como su cuerpo se relajaba por el abrazo. Necesitaba uno con esa intensidad y que proviniera de él.

Le dio a entender al rubio con puntas rojas, que realmente eso necesitó todo ese tiempo. Y más su presencia que le brindaba tranquilidad y seguridad.

 Y más su presencia que le brindaba tranquilidad y seguridad

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
23 ABRAZOS |Kyojuro Rengoku y tú|Where stories live. Discover now