Capítulo 17 (Editado)

En başından başla
                                    

El timbre resuena por los pasillos y tomo su dichoso bolígrafo y lo lanzo hacia cualquier lugar.

—Es lo que querías, ¿no? ¿Qué puto problema tienes ahora? —grito, molesto. Me percato entonces de que he conseguido lo que pretendía: Alain está haciéndome caso.

—Siempre quieres hacer las cosas de golpe. No me das tiempo a pensar ni a reaccionar y me tienes harto —replica y sale de la estancia, desapareciendo por la puerta de la clase en un visto y no visto.

Áurea se aproxima con una sonrisa bailando en los labios.

—Veo que ha surtido efecto —Entrelaza sus dedos con los míos y siento un extraño cosquilleo de nuevo.

El resto de la mañana nos la pasamos intentando inculcar algo de educación en nuestras desviadas mentes. Los exámenes parciales están por caer y con todo el asunto de Alain no me había percatado.

El profesor Wackerly me intercepta antes de que vaya al comedor.

—¿Todo bien, Leo? —pregunta, colocándose bien las gafas—. No es que seas brillante en mi clase, pero te noto descentrado —asiento, intentando que el bochornoso momento profesor-alumno pase. Él sonríe con amabilidad y me da unas palmaditas cordiales en el hombro—. Puedes contar conmigo para lo que necesites, Lordvessel. Siempre me tendrás para escuchar.

Me deja, dirigiéndose a su despacho con la carpeta bajo uno de sus brazos. Me estremezco sin razón alguna, probablemente fruto de alguna corriente de aire.

El comedor se ve menos abarrotado de lo normal. Por suerte, la pandilla de Andrea no se encuentra allí hoy así que podré comer con tranquilidad. En cuanto nos hacemos con las bandejas de comida, procuramos sentarnos en un lugar alejado. Áurea se sienta sobre mis piernas, alcanzando una patata y metiéndomela en la boca.

—Cambia esa cara de idiota, está sentado a nuestra izquierda. —Echo un rápido vistazo en su dirección para comprobar que efectivamente está allí, con solo un zumo de manzana sobre la mesa.

Nuestras miradas se cruzan. Aparto la mía con brusquedad ante la intensidad de la suya.

Me remuevo incómodo.

—Me siento mal haciendo esto. —Le digo a Áurea, pinchando varias patatas fritas con mi tenedor.

Ella se inclina de forma que su cortina de pelo no deja ver lo que estamos haciendo desde la perspectiva de Alain.

—Para empezar no estáis saliendo por lo que no es nada malo. Y segundo, si realmente quiere estar contigo va a tener que empezar a saber expresar bien sus sentimientos. Eso y pasar mi prueba de fuego. —Sonríe y toma los mechones de pelo que cuelgan sobre mis ojos, apartándolos.

El zumo que estaba en la mesa de Alain vuela en nuestra dirección e impacta con la cabeza de Áurea.

—Perdón —dice Alain con tono aburrido—. Estaba intentando acertarle a la basura.

Ayudo a Áurea a limpiarse el pelo con servilletas. Una vez lo adecento me dirijo hacia Alain, el cual ya está saliendo hacia el patio. Lo empujo contra una pared.

—Qué crees que haces. —Mi voz tiembla. Tengo que respirar hondo un par de veces.

—No tenía espaguetis que lanzarte así que tiré lo que tenía a mano —su frío mirar me hace retroceder un par de pasos—. Ya sabes, ojo por ojo.

—¿Estás celoso? —Suelto, con auténtica sorpresa.

La contrariedad congestiona su rostro.

—No lo estoy —asegura.

—Si lo estás. Y lo sé porque yo hice exactamente lo mismo por celos. Y realmente parecemos un par de gilipollas haciendo este tipo de cosas. —Lo arrincono todavía más, sin darle oportunidad a escaparse.

Posa ambas manos en su cara y luego las pasa por su cabello.

—Te equivocas, puedes irte con tu nueva amiga —parece que mastica las palabras en vez de soltarlas con fluidez—. Solo me jode que te olvides de Lira tan fácilmente. Parece que soy el único que lo está pasando mal mientras tú te dedicas a intentar follar con cualquiera que se te ponga por delante.

Dudo sobre lo que responder. Ahora la contrariedad me invade a mí.

— ¿Qué tiene que ver Lira en esto?

—Ella siempre estará entre tú y yo. Ella siempre estará entre nosotros y el mundo entero —con un dedo pincha mi corazón—. No tenemos derecho a querernos. Ni a querer. Y no quiero enamorarme de ti en estas condiciones así que es mejor que te vayas tal y como hiciste hace diez años y no vuelvas.

Mis sentimientos desbordan queriendo salir. Gritar. Los ojos me pican con furia mientras las lágrimas se agolpan deseosas de encontrar alivio o muerte en el mundo terrenal.

—Pues iré a morirme, que es lo que debí hacer hace diez años, ¿verdad? —Echo a correr olvidándome de que aún quedan clases, ignorando la voz de Áurea llamándome.

Odio el bosque. El arroyo dónde los cardenales rojos cantan, los abetos que crecen por doquier, las zanjas que irrumpen el paso. Lo detesto pero me dirijo a él dispuesto a perderme, furioso conmigo mismo y con Alain.

El arroyo de los cardenales rojos (BL 🌈 Completa, editada sin corregir)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin