¹⁴| 𝙲𝚑𝚊𝚛𝚕𝚊

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— Lo sé, quiero creer que fue así para no pelearnos.

Los dos rieron levemente. Un sentimiento cálido empezaba a florecer en el interior de Javier. El ambiente ya no era tan tenso e incómodo como antes, además de ya tener sus bebidas frente a ellos, se estaba hablando como siempre solían hacerlo. Aquellas conversaciones con algo divertido de por medio y tranquilidad.

— Miguel. —Volvió a hablar Javier— La razón por la que te oculté todo, fue porque se acercaba tu examen y créeme no es fácil seguir estudiando cuando tienes bebés. Igual no debí hacer eso, perdóname.

— Lo dices por experiencia propia ¿verdad? —Le miró triste, no se imaginaba todo el esfuerzo que tuvo que hacer Javier para salir adelante— Sé que tienes tus razones Javi, y aunque no sea lo más correcto, ya no hay problema.

— Gracias. —Sonrió más aliviado— Sobre los niños, podrás verlos cuando quieras, es tu derecho... solo dame unos días para decirles la verdad ¿si?

— ¡Esta bien! —Asintió.

Siguieron contando experiencias divertidas que les ocurrió en todo ese tiempo, parecían los mismos adolescentes de hace siete años. El brillo en los ojos de Miguel al contemplar las mueca del azabache era inigualable.

Me encantan sus expresiones ¡es tan lindo!

Al final Miguel le acompañó a su casa y acordaron verse en unos días.

— ¡Papá! —Gritaron los mellizos apenas escucharon la puerta y corrieron a verle.

— ¡Hola, mis amores! —Correspondió el abrazo— ¿Se la pasaron bien?

— ¡Sí! —Inquirió James, que traía un sombrero en su cabecita.

— El tío Rubén se quedó dormido sobre el sofá, otra vez. —Añadió Mikaela.

— No me sorprende. —Rió Javier avanzando a la sala.

— ¿Te fue bien en tu salida, papá?

— Eh, sí. Hay algo de lo quiero hablar con ustedes.

Al parecer su conversación despertó al bello durmiente que no podía dormir con tanto jaleo. James le devolvió su sombrero y se despidió, no aceptó el pago que le brindó Javier en agradecimiento, dijo que era un placer cuidar de sus sobrinos.

— ¿Qué es lo que querías hablar con nosotros? —Preguntó curiosa Mikaela sentada en el sofá junto a su hermano, que no dejaba de mover sus pies.

— Verán, ya conocen la historia de lo que pasó con su padre... —Iba mencionando nervioso.

— Oh, que te fuiste cuando estábamos en tu pancita y dejaste solo a papá. Pero no es culpa de él ni tuya papá. No debes sentirte mal. —Sonrió James.

— Sip. —Asintió su hermana.

Javier trataba de calmarse, no quería llorar frente a sus hijos, pero sus almas tan puras lo ponían sensible. Los ama demasiado.

— Bueno... resulta que esta es la ciudad donde conocí a su padre y-

— ¡Es verdad! —Se apresuró James— ¿El seguirá vivo?

— ¡No digas eso, James! —Le regañó Mikaela— Y deja que papá termine de hablar.

— Lo siento. —Se disculpó cabizbajo, revolviéndose en su lugar.

— Tranquilos niños. A lo que quiero llegar... es si quieren conocer a su papá.

Los mellizos se quedaron en silencio.

— ¡Espera! ¿Entonces el ya sabe de nosotros? —Habló preocupado James.

— ¿Qué pasa? —Frunció su ceño, confundido.

— Es que... James y yo nos preguntamos si papá realmente querrá vernos... —Murmuró Mikaela.

Javier solo sonrió, tomando asiento en medio de los dos.

— A quien fui a ver es a su padre. —Reveló— El está feliz de poder conocerlos, quiere saber más de ustedes.

— ¿En serio?.... —Preguntó James aferrándose a su brazo.

— Sí, cariño. —Acarició su cabello— ¿Le darían la oportunidad?

Los hermanos se miraron y asintieron con una sonrisa.

Javier les abrazó y anunció que se encontrarían el otro domingo de la semana próxima en el parque. Con Miguel ya habían acordado el lugar y la hora.

Ambos esperaban ansiosos el siguiente fin de semana.

Buenaaaas, ¿Qué les pareció?

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Se les quiere, cuídense y tomen awua <3.

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