16. Laberintos.

Začít od začátku
                                    

Froté la corbata contra el borde de cemento, esperando romperla, no sucedió.

Tanteé en el saco de Víctor, buscando algo con lo que liberarme, mi sentido común (o falta de este) me decía que ellos andaban armados, y un arma blanca siempre era necesaria en distancias cortas, si estuviera en su pantalón la hubiera sentido.

Y ahí estaba, en la parte interior de la manga, era apenas una fina hoja delgada, podía sentirla, no tenía idea de cómo Víctor planeaba sacarla, pero yo luché un buen tiempo hasta romper la costura, y lograr que cayera a mis pies.

Cuando me agaché a recogerla, escuché un ruido de pisadas, un traqueteo metálico.

Me mantuve en mi lugar, evité llamar a Víctor para no alertar a nadie de mi posición, si fuera él ya hubiera llegado por mí.

Salí por el mismo arco por donde había visto irse a Víctor, seguía obstinada en la tarea de liberarme mientras avanzaba en el laberinto de enredaderas, al menos de dos metros de alto.

El olor a las rosas nunca me había parecido tan aterrador.

Coloqué una mano en la parte derecha de la superficie más cercana, no tardé en pincharme con una espina; decidí que el ardor era una preocupación menor, y proseguí hasta encontrar la salida, manteniéndome en guardia.

Lo único que se escuchaba era el murmullo casual del agua, en una fuente que no podía estar lejos.
Ignoré el silencio sepulcral del lugar, maldiciendo a Víctor por la incomodidad que le devenía a cada paso.

Los escalofríos recorrían mi piel como susurros, el aire se volvió de repente más duro, pesado, o quizás era el miedo quien adormecía mis músculos.

Llegué a una encrucijada, tres caminos se abrieron ante mí, todos oscuros y solitarios, en uno de ellos la estatua de una mujer liberaba agua de un jarro para que cayera directo en una fuente a sus pies.

Sin dejar de mirar en esas direcciones, apoyé mi mano en la enredadera del camino a mi derecha.

Un leve crujido contra la hierba me puso en alerta, mi cuerpo se tensó al oir los pasos erráticos de alguien, avancé en pasos cortos, dando vistazos rápidos en cada dirección desde la cual pudiera llegar un posible ataque.

Mi corazón no martilleó con la misma prudencia.

Detuve mi caminar, dudando, cuando una sombra corrió sobre mí, con el chirrido metálico de las plataformas para marcar cada paso.

En un momento, fue como si incluso mi respiración pudiera delatarme. Mi cuerpo fue lento al darme una respuesta.

Corre.

El pánico reptó debajo de mi piel.

Me obligué a contener el aliento.

Permanecí rígida un momento, muy quieta, con mi corazón golpeando alocado contra mi pecho, volví a escuchar las pisadas de alguien sobre las plataformas, otra vez esas pisadas metálicas, y comencé mi huida en dirección contraria.

Corrí.

Fui rápidamente tacleada por algo, tardé un momento en recomponerme, en ser consciente de mi posición en el suelo, afiancé el agarre de mi navaja.
Había algo al acecho, alguien.

Era un hombre de baja estatura, pero de complexión mucho más grande. No caminaba con la calma arrogante de Víctor, sino que venía dando tropezones en mi dirección.

Un remalazo de terror me sacudió.

Grité con fuerza, porque sabía que mi vida dependía de ello.

Revival +18Kde žijí příběhy. Začni objevovat