XXI

96 10 0
                                    

✧EL CORREDOR DE LAS VERDADES DICHAS✧

NICK

Después de haberlo confesado, me quité un peso de encima. No era que no le fuera a decir a Eve, pero tampoco quería que... bueno, no sabia ni lo que no quería que pensara.

Así que simplemente lo oculté.

Cuando Eve llegó a la mansión, me enamoré. Pero, por ese entonces, yo era un chico que odiaba sentir algo por otro ser humano, por eso me convencí de que la odiaba. Si te repites una mentira al final se acaba haciendo verdad. O eso es lo que dicen.

Le hice la vida imposible a ella, y para disimularlo, a los otros empleados también. Si ella me odiaba, porque estaba claro que yo no había conseguido odiarla, seria mas facil para mi no tener trato con ella.

Cada día estaba menos en casa, hasta conseguí sacarla un tiempo de la cabeza. Un tiempo. Eso significaba una semana. Ese fue mi record, y aun estando en NY, seguía siendo ese mi record.

El último año que estuve en la mansión, vi que estaba más feliz, y no entendía el porqué, cuando Josh me lo contó, me enfureció, pero actué delante de él, haciéndo ver que no me importaba.

Cuando me lo dijo, pensé que empezarían a pasar tiempo juntos delante mio, y no podía ni soportar la idea menos el estar pasándolo.

Asique cuando mi padre me ofreció dirigir la compañía de Nueva York, acepté, pero solo con una condición.

Que Josh viniera conmigo.

Por supuesto mi padre, Josh, ni nadie nunca supo nada del tema.

Hubo un momento en el que dudé de si Josh le pediría que viniera con nosotros. Si ella aceptaba, todo se iría a la mierda, y no sabría decirle a Josh que ya no podía venir conmigo. Porque eramos mejores amigos.

No debería, pero cuando supe que la había dejado, y que ella no vendría a Nueva York con nosotros, me alegré. Me alegré tanto que me emborraché para celebrarlo, aunque Josh pensaba que solo lo consolaba por su ruptura. Y mientras él lloraba, yo me alegraba.

Fue hipócrita de mi parte, pero ¿qué más podía hacer?

No por el hecho de no volverla a ver hasta que volviera a Reino Unido, sino por el hecho de que ellos no volverían.

Josh me contó que le había hecho trizas el corazón.

Y deseé consolarla y estar para ella, ser ese hombro en el que llorar que todas deseaban tener alguna vez en la vida. Pero supe que era imposible. Y luego lo que queda ya era historia.

—¡Pudiste haberme dicho! —dio un paso hacia mi. Esto parecía una puta broma—. Todo este tiempo, ¿vosotros...? —Admito que me sentí mal por él. Pero me volví a recordar que él sabía que ella no lo quería de nuevo en su vida—. ¡SABES LO QUE ELLA SIGNIFICA PARA MI!

No significaba nada. Él la veia como un puto premio al que conseguir de nuevo. le gustaba la idea de que ella estuviera enamorada todavía. Le gustaba la idea de volver con ella. Pero no le gustaba el estar con ella. O al menos eso es lo que parecía.

A Josh le encantaban los retos. A la mínima que se le resistía algo, se le hacía más atractivo. Y cuando ella se resistió, no la miro como ella era y podría ser, si no como algo que podía volver a ganar.

No la amaba como yo.

Porque y si lo hacía. Después de tanto tiempo, lo seguía haciendo. Y yo si que lucharía por ella, no por la idea de ella.

—¡Venga ya! —alce las manos, exasperado—. Ella te rechazó el primer día que le dijiste que la querías recuperar —ganas de golpearlo no me faltaban—. Que seas un maldito obseso no es mi culpa —sisé enfadado.

Una Cenicienta DiferenteWhere stories live. Discover now