V

104 8 0
                                    

✧SUEÑOS ROTOS✧

—¡Nick! —intenté restablecer mi respiración, acababa de subir las escaleras corriendo—. Te estaba buscando... Ya tengo la habitación de Josh lista.

—¿No era el señor Walker? —dijo, burlándose de mí.

Ruedo los ojos. Este chico puede llegar a ser muy idiota.

—Solo lo hice para mantener la compostura delante de un invitado —ladee la cabeza, buscando algo en su rostro que delataba que sabía lo de Josh y yo.

—¿Tu? ¿La compostura? —soltó una carcajada, y yo lo fulmine. ¿Que trataba de decir?—. Eres incapaz de hacerlo, a menos que sea delante de mi padre, el cual te tiene aprecio y a veces no hace falta que le hables como si fueras del servicio.

—Eso es porque tengo una relación muy estrecha con Bailee.

Me defendí. Lo sentí como un ataque a mi intensa personalidad. Y siempre que sentía que me atacaban, ponía una barrera. Normalmente esa barrera era de sarcasmo infinito, pero esta vez salió una diferente, una de solo defenderme con palabras sin doble sentido, y lo sentí raro.

Ya te digo, esa barrera que es de sarcasmo solo la veían las personas a las que no le tenía ningún afecto, y la barrera que todavía no dominaba y no sabia porque me salia, solo me había salido con personas a las que apreciaba, como en su momento Josh.

—Ya te puedes retirar, Wright.

Me quedé atónita. ¿Desde cuando el formalismo?

Me gire indignada, sin una razón de peso importante, y mientras bajaba las escaleras le grite un «¡No estamos en el siglo pasado, señorito Walker!». Después, solo oí como se cerró la puerta de su habitación.



—Hola, Eve —Winona apareció en el umbral de mi habitadesván.

Levanté la vista del ordenador, donde estaba mirando pisos baratos.

Querría haber bloqueado el portátil a tiempo, querría haber sido más inteligente y más astuta, pero no fui nada de eso. Porque no pensé en ello, solo pensé en que pasaría cuando encontrara el piso perfecto. Por ello, mi Eve de hace unos años, fue una distraída, dejando encima del escritorio el ordenador, para que lo vieran hasta Coco.

—Hola, Winona —pocas veces subía Winona aquí—. ¿Pasa algo?

—Diselo mama —insitió Zenda detras de Winona.

—Calla... —pero Winona se interrumpió.

Me fijé en ella, en que pudo haberla cortado. Su vista estaba fijada en un punto en concreto, que hasta que no dirigí mi vista hasta ese punto, no me di cuenta de mi estupidez. Estaba viendo mi ordenador, pero dentro de él, en la pantalla inicial, estaban los pisos.

Vi como enrrojecio de ira, como cogio el portatil y lo estampo contra el suelo, haciendo un estruendo que hasta podrían haberlo escuchado los vecinos. Me estremecí, nunca había visto al gato esfinge así.

—Ma-mama... —tartamudeo Zelda, atemorizada como yo.

—Me estaba arrepintiendo de la decisión, pero ahora ya no lo estoy —tendió la mano, como hacía cada dos días, lo entendí al segundo. Estaba en modo agresivo, y daba miedo. Si las miradas mataran, yo hubiera estado bajo mil metros bajo tierra, enterrada y sepultada—. Ya no serán cada dos días, Eve, será cada día.

—No es justo —me queje, iba a seguir intentando defender lo que era mio. Pero no vi su bofetada.

—Nadie dijo que la vida fuera justa, Eve, damelo.

Sus ojos echaban chispas, y solo podía sentir una impotencia, una rabia... eran inexplicables. Me sentí tan tonta... tan idiota.

Le di el dinero, sin mediar palabra. Quería tirarme al suelo y llorar, como cuando hacemos cuando somos pequeños, pero no dejaría que ellas me vieran en ese estado tan vulnerable.

Mi sueño y esperanza de irme a vivir fuera de esta casa se habían ido por el retrete. No ganaría más dinero, y lo poco que tenía ahorrado era muy poco, solo aguantaria dos semanas en un piso.

Estaba enojada conmigo y con Winona a partes iguales, tanto que cuando se fueron, cogí el teléfono y llamé a Izzy. Las lágrimas estaban amontonadas en mis ojos, pero yo no las dejaba caer. No hasta que estuviera segura de que no me pudieran oír

—Hey —me saludo con su tan característico buen humor.

—Háblame de ese trabajo —ordene, estaba por derrumbarme.

—¿Qué pasa...? —pregunto al darse cuenta de mi tono.

—Nada —intente que mi voz sonara como siempre, juro que lo intente, pero en ese momento, las lágrimas empezaron a caer. Eran de las silenciosas, y lo agradecí—. Dime, que tendríamos que hacer.

—Okey... —dijo no muy convencida, pero hablo igual—. Es un bar pijo, de esos que frecuentan los Walker. Solo tendrías que trabajar de camarera, y te darían propinas muy generosas. Ademas, tambien podrias cantar algunas noches. Y yo sería la cocinera.

—¿Cantar?

Yo nunca cantaba para la gente, siempre lo hacía para mi. Y aunque alguna gente que me había tenido la suerte de escucharme cantar, me alabó, diciendo que lo hacía muy bien, tenía mucha vergüenza como para cantar delante de la gente.

—Si, eso no es necesario, pero si cantas de tan un aumento.

—Acepto la parte de camarera, no a la de cantar.

—¡Perfecto! —grito emocionada—. Le diré a Albert que aceptamos.

No tenía ni idea de quién era Albert, pero me mordí el labio, para contener mi sonrisa. Una sonrisa con lágrimas cayendo, que raro se podía ver eso.

No salí de mi habitación ni para ir a comer, ni para pasear a Coco, el cual se estiró conmigo, con su culo en mi cara. Yo lo acaricie, hasta que no me di cuenta y me dormí.

✧✧✧

—¡Vamos Coco! —lo anime a corretear y jugar al quitarle su correa. En pocos segundos empezó a correr.

A veces me gustaría desaparecer un rato, y volver a la realidad cuando estuviera preparada.

Me he despertado con los ojos un poco rojos, y como soy anti maquillaje, he decidido que la gente me juzgue. Menos mal que ninguna de las tres pelirrojas estaba despierta cuando he sacado a pasear a Coco.

—Hola Eve —me gire, y vi aparecer a Josh, con un perro que nunca, en mi relación con él, había visto.

¿Porque lo había visto dos veces en este parque, y las dos en una semana? No lo sabía, pero no creía que fueran coincidencias.

—¿Josh? —dije extrañada—. ¿Qué haces aquí? ¿Es tuyo? —señale al pastor alemán

—He adoptado un perro —pestañee, incrédula. Si él los odiaba—. Ya sé lo que pensarás, pero en Nueva York me sentía un poco solo y te extrañaba, asi que adopte uno. Me recordaban a ti los perros.

No puedo evitar verlo un poco raro. A mi parecer eso es siniestro.

—¿Y no había parques más cerca de la mansión?

Mi casa está a tres cuartos de hora de la mansión caminando.

—Quería verte, y decirte algo —levanté la vista hacia sus ojos azules, y vi ese brillo que tenía cuando empezamos nuestra relación secreta—. Quiero volver contigo.


Holiii *carita inocente+

De nuevo retrasada como las dos ultimas veces, si esque soy el desastre personificado.

Pero buenoooo. Espero no volver a olvidarme hoy del segundo cap.

Nos leemos <3.

L.

PD: En la cancion, solo hay algunas frases que representan, no el significado de la cancion en si.

Una Cenicienta DiferenteWhere stories live. Discover now