20. No lo digo yo, lo dice la ciencia

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Asteria

Mi respiración estaba tan agitada que mi pecho subía y bajaba a la velocidad de la luz. Parecía un chiste que me había faltado tanto el aire por solo correr hasta el ascensor y la salida del edificio.

Al estar ya en la calle, vi a Jasper alejándose a paso despreocupado. Por suerte, no estaba tan lejos.

—¡Jasper! —Lo llamé y enseguida me escuchó. Al voltearse, me terminé de acercar a él—. ¿Sabes todo lo que le he enviado a mamá?

Solté un suspiro, tratando de calmarme. Aunque el corazón latía a todo ritmo.

—¿Quieres que te mienta o te sea sincero? —cuestionó calmado.

—Quiero la verdad —aseguré.

—Desde que mamá partió me he quedado con su móvil, es lo único que me quedó de ella —contó, mientras se sentaba en la acera de la calle, lo imité mientras esperaba que él siguiera hablando—. Siendo honesto, me quedé con su móvil para oír sus notas de voz. No quería olvidar como se sentía escucharla —tragó en seco—. Pero cuando comenzaste a intentar llamarle, a enviarle mensajes e incluso audios, no me sentí muy cómodo al verlo. Sentía que invadía tu privacidad de alguna forma.

»Por meses no había ni siquiera abierto tu chat, de hecho a penas recordaba cargar su móvil. Pero fue en la noche de tu accidente que comencé a ver todo lo que le enviabas. La noche que le enviaste...

—Que me quería morir —tragué grueso.

Él asintió lentamente.

—De casualidad tomé su móvil esa noche, al encenderlo tu último mensaje fue...

—Iré al cementerio a despedirme porque no sé a dónde vamos cuando morimos —las palabras que le dije esa noche las tenía grabadas a fuego—. Espero que no te enfades conmigo, pero ya no quiero vivir, mamá...

Mis ojos comenzaron a humedecerse.

—Fue duro, pero peor me sentí cuando escuché a mi motocicleta alejarse y entender que habías sido tú y que estabas a punto de cometer un grave error.

—Aún no sé si el error era querer morir o haber provocado un choque —admití.

—No es lo mismo querer morir que ya no querer vivir —sonó sincero y eso me hizo estremecer—. Muchas veces podemos decir que queremos morir para evitar pasar por algo, pero el miedo recae cuando ya no quieres vivir, cuando ya no tienes ni una razón para seguir con vida. Cuando no logras ver ni ser esa luz en la oscuridad.

Sus palabras me pegaron fuerte, sentí que él comprendía a la perfección cómo me sentí esa noche y los meses siguientes. Pero no entendía como él era capaz de...

—¿Te has sentido así alguna vez? —quise saber.

Él soltó un suspiro.

—Todo el tiempo.

—¿Y cómo le haces? ¿Cómo es posible que sigas aquí?

Él me sonrió de lado.

—Porque por más que hoy sea un desastre, sé lo que es tener una buena vida y ser amado. No digo que eso es lo que quiera ahora, de hecho, no planeo dejar el estilo de vida que tengo, pero aun así tengo la esperanza de algún día volver a sentirme vivo y conforme conmigo mismo.

Asentí, sin saber qué responderle. Sus palabras eran sinceras y difíciles de digerir. Nos quedamos unos cuantos minutos en silencio, hasta que me animé a preguntarle por papá.

—¿Crees que papá algún día vuelve a ser él?

Jasper ladeó la cabeza.

—No si no acepta ayuda —su mirada de tristeza me lo dijo todo—. Por un lado entiendo que para él haya sido un dolor intolerable, pero no es excusa para haberte tratado tan mal. Para haberte alejado y hacerte sentir que debías dejar de existir.

Eres un clichéWhere stories live. Discover now