14. Aquí no sucedió nada

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Asteria

Mi cara debió ser todo un poema. Porque hasta Brendan se puso incómodo.

—Era broma —dijo rápidamente.

—Hmm...

—Solo quería molestarte.

—Hmm...

—¡Hablo en serio! —trató de asegurar.

—Ya —me pude de pie comencé a caminar por el pasillo, en busca de la cocina, moría de hambre.

—¡Dime más que una palabra! —se molestó.

—No.

—¡Bien, lo admito! ¡Estoy sufriendo porque antes solía follar seguido y ahora siento que ni siquiera sé lo que es follar!

Me frené en seco, logrando que mi espalda se vea golpeada por el pecho de Brendan. Quien me seguía eufórico y no fue capaz de frenar antes para evitar tirarme a la mierda.

Como era de esperarse, me caí sobre mis rodillas y manos. Sí... había quedado en cuatro. Y al voltear mi cabeza, supe que el pesado estaba viéndome el culo.

—Patético —mascullé—. No puedo creer que estés comportándote de esta manera tan ridícula.

—¡Pues que quieres que haga si tienes tan buen culo! —gritó a los cuatro vientos, como si fuese algo normal de decir.

Me quedé unos cuantos segundos mirándolo extrañada. ¿Cómo se atrevía a soltar tal cosa?

Me puse de pie lentamente sin apartar la vista de él y cuando se dio cuenta del error que cometió fue tarde.

—Yo no... No quise decir...

—Cállate —mascullé—. Vete al baño y date una ducha fría. No quiero que vuelvas a hablar sobre mi cuerpo. Ni a verme de esa forma en la que lo hiciste.

Soné ruda, más de lo que hubiera deseado. Pero debíamos seguir siendo el pesado y la puta loca. No podíamos comenzar a mirarnos de otra forma. Al menos, no debía dejar que él me viese como yo deseaba que lo haga.

Porque en el fondo, me gustó que me mirase. Que aceptara que algo de mí le atraía. Pero no debía. No podía permitirle seguir porque tenía el mal presentimiento de que si lo hacía, saldría mal.

Brendan no dijo más nada y se dirigió al baño con mala cara.

Por mi parte apliqué el "Aquí no sucedió nada" y me terminé de dirigir a la cocina. Con la mente en Brendan y su repentino comportamiento comencé a preparar la cena. Que consistía en sándwiches, como siempre.

Al notar que Brendan se estaba tardando demasiado me acerqué al baño, golpeé la puerta dos veces con mis nudillos, pero no recibí respuesta. Esperé unos segundos y volví a tocar... Pero tampoco recibí respuesta.

—¿Brendan? —lo llamé, pero este parecía haberse muerto—. Por Dios juro que te mato si sigues vivo y no respondes.

Abrí la puerta temerosa y me adentré al baño. Al ver hacia la ducha, el vidrio borroso me hizo ver su figura desnuda, pero estaba quieto.

—¿Estás bien? —pregunté, apartando la vista de aquel vidrio.

Pasaron unos largos segundos hasta que se dignó a cobrar vida.

—No —soltó en un suspiro—. Tengo... Joder, estoy tan duro como una piedra y no sé qué mierda hacer para dejar de estar así.

—¿Qué tú qué? —fue lo único que logró salir de mi boca.

Eres un clichéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora