Olvidados

44 5 30
                                    

La niebla me impidió verlo, pero estaba allí. Observando. Apuntando con un arma.

Proceturalmente hice lo mismo con mi arma.

Beatriz: Colt, no quiero hacerte daño.

Colt: ¿Cómo sabes... Ah, no te reconocí. Eres la amiga de mi hermana, Beatrix Le'beu. Ella hablaba tan mal de ti, pero siempre supe que era mentira.

Rió por lo bajo unos instantes.

Colt: Hace poco encontramos su cadáver cerca de la frontera con Arizona. Mi pobre hermana. Si tan solo yo hubiera jalado el gatillo.

Su voz era la de un hombre atormentado. De alguien completamente loco.

Colt: Vamos Bea, no quiero hacerte daño. Pero el jefe te quiere, y no podemos oponernos.

Beatriz: Mr.P mató a Nita, torturó a Penny y Jessie casi me mata. Jamás me entregaré a ese monstruo.

Colt: Jeje, no trabajamos para ese idiota.

Poco a poco se fue acercando. Mi pistola me daba confianza, pero no la suficiente contra un pistolero como él. Por algún motivo, sus pistolas eran distintas a las conocidas por mí. Su rostro y traje aún eran invisibles.

Colt: Es tu última advertencia, no quiero hacerte daño. Entrégate por las buenas y nadie tiene que salir herido— una vil mentira

Entonces jalé el gatillo. Instintivamente él se agachó, pero al darse cuenta de que mi pistola no tenía munición se acercó con una inmensa sonrisa en el rostro. Pero no tanto como mi gran error, al olvidar que tenía una bala de plata en mi bolsillo.

Colt dio la orden, y su pequeño equipo de hombres armados salieron de las sombras. Todos con trajes militares similares a los usados por la SWAT, pero pintados con blanco y naranja en ciertas partes.

Sin recurrir a la violencia, un golpe en la cabeza bastó para caer inconciente.





































































































"La justicia solo sirve si uno mismo se la toma con sus propias manos"

Capitán Martín Walker









































































No me sorprendí al despertar en una tienda de campaña. Era la tercera vez que me secuestraban en la semana. La tienda, cerrada por dentro, no daba paso a la iluminación natural, si había siquiera. Estaba en una silla atada de manos y pies. Iluminada principalmente por bombillas blancas, pude ver que solo habían dos personas en la tienda, dos guardias que me vigilaban sin muchas ganas. Por todo lo demás, era un ambiente deprimente y vacío.

????: Donde quieras que estés has de buscar la paz. Te ayuda a recordar por por qué estás luchando.

????: Lo intentaré. Gracias por el chicle.

Beatriz: Si quieren paz, ¿Por qué sirven a Mr.P?

????: Lealtad— su voz pasó de ser esperanzador a ser ominoso y deprimente— tenemos fe en nuestro líder.

????: Antes de nuestra desaparición, fuimos el batallón estadounidense más condecorado de la historia.

Ambos hombres salieron de la tienda, mostrando el pronto amanecer del día de hoy. Antes de hacerlo, advirtieron que ya venía a hablar conmigo.

La Plaga De La LocuraWhere stories live. Discover now