La Caída del Culto Solar (Mini capítulo)

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Gracias al botiquín de primeros auxilios logré detener la hemorragia. Los ojos del cadáver de Farr eran, extrañamente, amarillos, de un tono más oscuro e apagado. Los gruñidos seguían y seguían. Desconozco cuánto tiempo llevaba atrapada, pero deberían de ser horas.

La noche cayó sobre mi. La escasa iluminación que mostraba la cabina de radio llegó a su fin gracias a un apagón, probablemente causado por la destrucción de la planta por parte de los no muertos. Mi única ventaja era que las pocas cámaras de seguridad que tenía disponibles no usaban eléctricidad, sino plutonio en cantidades mínimas.

Mortis y Colette estaban desaparecidos. Escipión, en cambio, sé había separado del vampiro con intención de buscarme. El pálido se limitaba a despejar la salida, y eliminar a todo lo que se moviera, o al menos eso hacia antes de perderlo de vista.

A causa del apagón, no podía guiar a la fémina, pero si verla. Usaba su antorcha como fuente de iluminación, y cuando era necesario calcinaba a todo ser que se cruzase en su camino. Lo extraño era que en las plantas inferiores estaba casi toda la horda, unos saliendo, buscando a los rezagados, o directamente merodeando. Al pasar del piso treinta, no habían casi. Tampoco habían casi cadáveres de zombies, solo humanos y manchas de sangre. Es como si los hubieran movido.

Al cabo de unos minutos volvió la electricidad por Arte de magia. Escipión permaneció en silencio, seria, observando el pasillo en el que se encontraba.

Amber: ¿Me oyes Bea?

A través de la Radio le comuniqué mi respuesta. Ella suspiró y sonrió de alegría, y siguió su camino, dejando de lado su semblante serio para pasar a uno más jovial.

Ella se limitó a seguir subiendo, sin encontrar ningún ser vivo a excepción de supervivientes que suplicaban piedad. Ella evidentemente los quería calcinar por lo que nos habían hecho; solo gracias a mi intervención logré apaciguar su rabia, y enviarlos a los pisos inferiores, para así facilitar nuestra tarea.

Amber: Bea, tengo buenas noticias. ¿Recuerdas a Griff?

Bea: Sí, ¿Que hizo ahora? ¿Estás con él?

Amber: Sí pero no. Digamos que está muerto— no pude evitar sonreír— fue mordido en el hombro y alguien le disparó en la cabeza. Antes de morir, al parecer envió un mensaje de socorro a una tal Regente. Y pues, ella le dijo que sólo lo haría si ni yo ni Sanguine morimos aquí...

La verdad, tenía sentido. Un ataque de tal magnitud no era fácil de predecir el resultado. Tenía sentido también que se refiera a ellos dos en particular, porque Amber de deja llevar de vez en cuando y Sanguine es un espía doble.

Amber: Bien, ya no hay nadie aquí, voy a subir. Por favor encárgate de que no me maten apenas te encuentre.

En la puerta de la cabina, habían varios infectados. Gruñían y gruñían salvajemente, queriendo asesinarme. Eran unos tres, y por su apariencia no eran muy fuertes. Esa era la única explicación del como los derroté con mis aguijones.

Antes de abandonar la cabina de Radio, hice algo que probablemente me lamentaría más adelante: cogí una radio portátil, una radio para captar comunicaciones y para hablar nuevamente con Sanguine. Necesitaba toda la información posible.

Al bajar por el ascensor y llegar al último piso, estaba ella. Nada más verme corrió a abrazarme. Era más alta que yo, una cabeza, y aún así me besó en la frente como una madre a sus hijos.

Amber: Por Dios, ¿Quien te disparó?— preguntó preocupada, realmente preocupada

Señalé el cadáver de quién me había hecho eso, quien estaba un poco más adelante. Amber Cornelia Escipión, usando el arma del caído, le disparó en el mismo sitio que él a mí. Soltó el arma después del ritual.

La Plaga De La LocuraWhere stories live. Discover now