EPILOGO | Oct 2021

105 24 13
                                    

Habían transcurrido dos años viviendo en ese piso quizá por eso la nostalgia, pero Horacio no podía quedarse más necesitaba encontrar su propia libertad y más cuando sabía que aceptar el dinero era traicionar a su madre.

Y ella era lo único bueno que conoció Horacio, Charlotte era una mujer buena, y era la mejor forma de describirla, porque toda bondad, pero a veces la vida no parece gustar de ese tipo de existencias, porque ella se enamoró de la persona incorrecta, lo que comenzó como un romance ideal, se volvió una pesadilla, cuando su esposo interpuso su carrera a su familia. Horacio recordaba los gritos y las peleas, el llanto de su madre tras una puerta, y la sonrisa triste que intentaba sostener frente a él, como si con ellos se borrara el infierno que era vivir con su padre. En algún momento la situación se hizo insoportable, y Charlotte hizo las maletas, Horacio nunca supo si siquiera se firmó el divorcio, solo recuerda a su madre diciendo que al salir de esa casa podían ser más felices.

Fueron ellos dos contra el mundo, porque su hermana decidió quedarse con su padre, y ella era una adolescente, sea como fuera Horacio creció con solo su madre, esta trabajó de lo que pudo y cada trabajo robó un poco de su vitalidad, y su sanidad. Horacio sabía que su madre no estaba bien, en especial cuando había días en los que parecía perderse en su mente, por eso aprendió a trabajar desde pequeño, hasta que un día su madre se quebró, tanto que no pudo más que pedir ayuda al padre que nunca se preocupó de él, para entonces este ya era un agente importante, su hermana era una egresada de Quantico con un futuro brillante, y él era un joven que trabajaba y estudiaba para mantener a su madre.

Su padre le puso una condición, ayudaría a su madre, si él ingresaba a la academía, y se volvía un agente. Lo hizo, todo por su mamá que fue trasladada a un centro donde estaría mejor.

Horacio lo hizo lo mejor que pudo porque solo así podía obtener los permiso para verla. Su padre parecía más accesible, aunque era su hermana que siempre le miraba inquisidora, su familia o lo que podría definirse aquellos lazos de sangre solo se basaba en cuan habilidoso eras, pero un día recibió una llamada que lo cambiaría todo su madre había fallecido, y no se le había sido notificado por estar en una misión. Cuando regresó, ya se había celebrado el funeral y entierro.

Y Horacio entendió que su madre siempre fue usada para controlarlo, pensó que su padre era más humano cuando le ofreció vivir en ese piso, pero cuando entendió que ni su hermana había insistido para que él lograra despedirse, Horacio despreció a su familia, y todo aquel dinero que esa familia ostentaba era como grilletes que quemaban, pero había tenido que seguir viviendo un año más antes de tener lo suficiente para buscar su propio lugar y egresar de la academía.

Así que Horacio estaba ahí, a punto de dejar aquel piso y vivir su propia vida sin el control de su padre o hermana.Y lo que más le preocupaba era que aún no llegaba el paquete donde contenía las pertenencias de su madre en su estadía en el centro, porque al parecer habían sido desechadas, pero había logrado contactarse con una enfermera que cuidaba a su madre que había logrado salvar algunas cosas de ella. Quizá dejaría una nota al nuevo dueño para que le envíe el paquete.

Ya no quedaba mucho, así que comenzó a buscar en donde escribir, fue entonces que sintió como Mika comenzó a caminar entre sus piernas como si buscase caricias, este se dobló para acariciar la cabeza de la gata, pero esta al ver que tenía su atención caminó en dirección de la puerta en donde fiel a su costumbre comenzó a rasguñar esta, Horacio curioso se acercó a saber porque hacía ello cuando escuchó el timbre de la puerta.

Horacio desbloqueó la puerta y encontró a un extraño que debía medir al menos como dos metros o más, su mirada en segundo recorrió el rostro anguloso del contrario y se sorprendió de su palidez y el casi blanco de sus cabellos, pero fueron quizá la mirada de él que se posaba sobre él que lo hizo sentirse extraño y para su propia vergüenza saber que había dejado de respirar, porque se encontraba deslumbrado. Pero fue Mika quien nuevamente lo hizo centrarse porque aquella gata que huraña con los desconocidos, estaba caminando entre las piernas del desconocido formando casi un infinito entre ellas buscando caricias del desconocido.

My Home | Volkacio NavideñoWhere stories live. Discover now