Capítulo I

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Enigmatic


-¿Alguien puede oírme? ¿Estoy hablando conmigo mismo? Mi mente esta vacía, en busca de alguien más, que no ve a través de mi.- Astrounat de Simple Plan.


Capítulo I:


Cuando al fin abrí los ojos, me vi obligada a cerrarlos casi por instinto. La luz tan blanca era casi cegadora para mí y me lastimaba. Me quejé en voz alta. Cuando fui capaz de mantener mis ojos abiertos sin hacerme daño, divise una lámpara sobre el techo que iluminaba la pequeña habitación en la que me encontraba.

– ¿Qué...– Dejé la frase en el aire. Me llevé las manos a la boca. Sin embargo, al hacerlo, me di cuenta del dolor que me produjo mover mis brazos. Miré y descubrí que la piel de mis brazos era casi invisible ante mis ojos, ya que todo el largo de ellos, desde el comienzo de mis dedos hasta casi rozar mi codo, estaba cubierta con vendas. Pero eso no es lo peor. Sin dudas, lo peor fue ver el color bordo de la sangre seca sobre las mismas. 

Quise gritar, pero el miedo no me lo permitió. 

Me sentía mareada, mis manos no dejaban de temblar y tenía miedo. 

¿Dónde estoy? 

¿Qué es este lugar?

¿Qué sucedió? 

¿Por qué no puedo recordar nada?

Pero sin embargo, la pregunta que más me aterraba era:

¿Quién soy?

Traté de calmarme.

¿Cómo era posible que no recordase nada? Me pregunte confundida, acaricie mi sien derecha sintiendo pereza cuando descubrí vendajes en mi brazo derecho. Todo mi antebrazo derecho estaba preso bajo una capa de gasas y distintos tipos de vendajes. ¿Me había lastimado? Me pregunte, cuando me fije en el otro brazo, que, estaba exactamente en las mismas circunstancias que el derecho. ¿Qué me había sucedido?

No recordaba absolutamente nada, ni siquiera mi nombre o mi apariencia. No recordaba nada antes de abrir los ojos. ¿Por qué no podía hacerlo? Mire nuevamente a mis costados, buscando alguna pista o lo que fuese. Solo vi una habitación blanca, era escalofriante el color monótono sin una sola imperfección nublándome la visión. Era casi esquizofrénico aquel lugar, y eso me asustaba.

Tenía muchas preguntas, pero la que más me aterraba era una en específico. ¿Por qué no recordaba nada?

La puerta de mi habitación se abrió y pude ver que se acercaba, por lo visto, un médico.

– ¿Cómo te sientes? – Me pregunto él, de forma amable.

Apreté mis labios, dudosa. 

Él me miro con una ceja arqueada, esperando paciente a mi respuesta.

– No recuerdo nada. – Susurre con dificultad, asombrándome por el sonido de mi voz. Había sonado más débil y tímida de lo que yo planeaba.

Al médico no pareció importarle, por lo que respondió con un simple:

– Lo sé.

Lo mire fijamente. Sentía la opresión en mi pecho al no tener ni idea de quien era él, ni mucho menos yo. Era una sensación de frustración. No tenía nada. Estaba completamente vacía, sin recuerdos, sin pensamientos coherentes. Nada.

El Doctor pareció leer mis pensamientos, por lo que dejo a un lado su libreta y se sentó a un lado de la camilla, con toda la libertad del mundo. Nótese el sarcasmo.

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