Capítulo 04

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Hacía un buen rato que Carlos no se encontraba bien, pero había preferido no decir nada. Los médicos le habían dicho que podía ser posible que le subiera un poco la fiebre.

La conversación con Gwyn no había sido fácil. Desde que había tomado la terrible decisión de romper con TK, nadie se había parado a preguntarle de verdad qué era lo que había pasado, por qué lo había hecho. Nadie era capaz de no mirarle con la cara de acusación que todos le lanzaban cuando se encontraban con él.

Gwyn había sido comprensiva, aunque TK seguía siendo su hijo y como tal su posición siempre estaría a su lado. Le había dejado desahogarse y cuando se había dado cuenta de que Carlos estaba ya agotado, tanto física como mental y emocionalmente, le había dicho que descansara.

"Voy a estar por aquí un tiempo," le dijo. En otras circunstancias podría haber sonado como una amenaza, como un aviso de quien va a ser especialmente protector con TK y no quisiera que Carlos le hiciera daño de nuevo, pero lo cierto era que su mirada fue casi maternal. "¿Has avisado a tus padres de que estás aquí y de lo que ha ocurrido?"

"Mierda, mis padres." Carlos se llevó las manos a la cara y sollozó. "Me van a matar cuando les cuente lo que ha ocurrido y lo que he hecho."

"No te preocupes, yo les llamo." Gwyn se volvió hacia la cama donde TK dormía tranquilo. "He hablado con el médico. Dicen que TK debería dormir unas cuantas horas antes de volver en sí, tengo tiempo de tranquilizar a tus padres y de darle un buen tirón de orejas a Owen."

"Owen... Siento mucho lo que he dicho antes sobre él, Gwyn, no debería haberme atrevido a asumir que todo lo que ha hecho ha sido un error. Seguramente él piensa lo mismo de mí."

Gwyn apoyó una mano sobre su hombro y Carlos se estremeció. Se había sentido tan solo aquellos meses y lo peor de todo había sido no tener con quién compartir sus sentimientos.

Antes de conocer a TK, su vida estaba centrada en ascender rápido en la policía, seguir los pasos de su padre y hacerle sentir orgulloso. Tenía pocos amigos, ninguno podía considerarse amigo de verdad. Eran compañeros de la comisaría, algunos de los viejos amigos del instituto con los que quedaba de vez en cuando y un par de exes de los que todavía era amigo.

Conocer a TK le había dado un verdadero grupo de amigos, gente que se preocupaba por él, por ellos, que le estimaba de verdad. Tarde pero había encontrado el sentido de una verdadera amistad.

Su relación con TK no era lo único que había saltado por los aires en aquellos meses. La desmantelación de la 126 le había separado también de esos amigos, de esa familia. Las cenas en casa, las reuniones después de los turnos, se habían vuelto imposibles porque ahora cada uno tenía un turno diferente, un horario diferente.

TK no era el único que había perdido mucho, no era el único que lo había perdido todo. La desaparición de la 126 había hecho que todos, incluido TK, se olvidaran pronto de que la casa de Carlos, el hogar que le había costado crear con tanto sacrificio, había terminado convertido en cenizas.

TK se había acostumbrado muy rápidamente a vivir con su padre otra vez. Se sentía cómodo en aquella casa y varias veces había insinuado que tal vez no sería una mala idea quedarse a vivir allí con él.

"La casa es grande y con lo que está pasando mi padre con la suspensión y demás, tal vez podríamos quedarnos un tiempo hasta que se sienta mejor o hasta que vuelva a ser capitán."

"Claro, mientras nos ponemos más a la obra con la casa. Tardaremos en tenerla en pie y mínimamente habitable."

Carlos siguió intentando llamar la atención de TK sobre la casa que estaba poniendo en pie para ellos. La visita sorpresa parecía ser prometedora. TK estaba tan emocionado cuando abrió los ojos en el interior de lo que iba a ser el salón y Carlos se atrevió a ir un poco más allá con la ayuda que todos habían aportado durante los últimos días para dejarlo todo a punto para que TK lo viera.

Lo nuestro es únicoWhere stories live. Discover now