~El diario~

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No había sido apenas cuando el sueño invadió sus sentidos, y una voz en su interior la despertó sobresaltada -¡Como lo he olvidado!- gritó somnolienta agarrándose la cabeza que le estaba empezando a dolor por la brusquedad con la que se había levantado.
Se puso de pie estirándose un poco par luego sentarse en el suelo, cruzó las piernas, elevó sus manos con las palmas hacia abajo , cerró los ojos y trató de recorrer el camino reciente de hace un par de horas, cuando aún se encontraba en el callejón frente a una pared de ladrillos.
Esa pared tenía una pequeña grieta pero lo suficientemente grande como para ocultar un par de libros y un diario quemado, envuelto cuidadosamente con una tela.
Los localizó de inmediato, estaban allí aún, no había nadie a la redonda.

Los objetos comenzaron a desvanecerse , transportandose de inmediato mientras la joven pronunciaba unas palabras en latín al mismo momento que movía las manos con delicadeza.

Abrió los ojos contemplando allí su recompensa por tan ajetreada noche.

Una gran sonrisa se dibujó en su rostro cansado.

Si bien, no era la persona más curiosa y ansiosa del mundo, de hecho, en este momento se sentía así. Lo estaba, le intrigaba tanto ese nombre , el origen de aquel diario, del como llegó hasta un cajón olvidado en una habitación casi vacía de un viejo y mágico castillo.

Se levantó del suelo tomando con cuidado los libros, los dejó sobre una comoda -Bueno… debo ir a dormir ahora. ¡No se vayan a ningún lado!- rió dándoles unas leves palmadas -Buenas noches...- dijo bostezando y acurrucandose entre las cálidas mantas que cubrían su cama.

...

El sol ya había tocado levemente el firmamento, con sus rayos daba la bienvenida a las nubes cargadas de un gris intenso, listas para hacer del día uno muy lluvioso.

Pronto el hambre se hizo presente, ya la joven daba vueltas en la cocina, lista y de buen humor, todo gracias a una efectiva poción.
Mientras desayunaba, una tarta de limón y galletas de chocolate acababan de salir del horno, en tanto la ultima tanda se doraba, ella arreglaba el desorden de su casa con magía.
Se había ido unos días pero todo estaba hecho un desastre.
Al cabo de unos minutos, se encontraba poniéndose un abrigo de lana no lo suficientemente cálido, ya que el clima primaveral no lo permitía.
Se miró por última vez hacia el espejo convencida de su apariencia >>relajada y los más normal posible<< pensó al ver su atuendo, el cual se trataba de unos jeans claros, una camisa blanca desabotonada en los dos primeros botones, una campera de lana delgada color azul marino, desabotonada por completo, y un par de zapatillas cómodas que estaban de moda en ese momento
>>Moda muggle<<.
Decidió dejar su rebelde  cabellera suelta del todo, tomó las delicias que había preparado y se dispuso a salir de su hogar.

No iría muy lejos, solo a unas cuantas casas de la suya.
Debía ir por un viejo amigo.

Estaba nerviosa, no por el encuentro, sino por la situación. Siempre que debía ocultar su magía la hacía dudar de que fallara, de sí misma, de "meter la pata".

Caminó por la vereda sumergida en sus propios pensamientos, atravesó el pequeño jardín de la casa ajena y estando frente a la puerta tocó el timbre como pudo.
Por la ventana, una niña de cabellos rubios se asomó agitando su mano fervorosamente, la joven le dedicó una amplia sonrisa, y de inmediato la puerta se abrió, dejando ver a una mujer rubia, y alta
-¡Ariadna! Has vuelto!- le extendió el paso para que se adentrara en la casa -Adelante... bienvenida, ¿como estuvo tu viaje? De seguro debes de estar cansada…- decía con emoción al ser interrumpida por su pequeña hija que había llegado corriendo

-¡Ana! ¡No sabes cuanto te hemos extrañado!... en especial Magnus…- dijo abrazando la cintura de la joven que equilibraba para que no se le cayeran las cosas.

El Diario Robado De Eileen Snape ☆🔮 [Severus Snape × Lectora] &gt;Terminada&lt;Where stories live. Discover now