XIX

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—Oye Alis, ¿estás segura de que esa foto se encuentra aquí?

—Sí, yo sé que aun conservamos esas fotos viejas, bueno, al menos sé que guardé una hace tiempo.

—¿Y dónde la has guardado?

—Eso es lo que quiero saber, de lo contrario no te habría pedido ayuda para buscarla.

Alicia y Cluadia buscaban sin descanso aquella vieja foto familiar que se habían tomado en unas vacaciones de verano. Con esa foto, Alicia podría comprobar si el hombre que se encontraba en el hospital era o no su padre. Solo necesitaba ver el rostro de la imagen para convencerse de que no estaba imaginando cosas. Esto se lo comentó a su hermana para que le ayudara, sabiendo  además de que ella también tenía curiosidad por su padre, de quien no sabía nada desde hace años.

—¿Y ya le preguntaste a mamá si tenía alguna foto de ese viaje? —dijo Claudia mientras revolvía las cosas de un cajon.

—No lo he hecho, pero sabes bien que no tiene interés en nuestro padre, todo lo que le recuerde a él lo ha desechado, ni siquiera nos permitió hablar con él en todo este tiempo, así que no creo tenga algo que nos ayude.

Claudia soltó un suspiró y cerró el cajón que estaba revisando. Alicia, por su parte, había devuelto todas las cosas que revisaba al lugar de donde las había tomado. Esa pequeña bodega detras de la casa contenía infinidad de cosas, pero nada de ello les servía.

—¿No crees sería más fácil si le tomas una foto a ese hombre y se la enseñas a mamá? —dijo Claudia limpiándose el polvo de la ropa.

—No quiero arriesgarme, seguramente me regañaría por sacar el tema y negaría todo aunque fuera verdad.

—Sabes, acabo de recordar que mamá guarda varias cosas en su habitación. Si no estoy mal, en su armario tiene una caja con objetos, o al menos solía tenerla.

—¿Y cómo sabes eso? —dijo Alicia estirandosé por el cansancio que sentía después de pasar horas buscando en ese almacen.

—Pues... ¿Recuerdas que hace tiempo quería hacer una capsula del tiempo? Pues mamá me enseñó que ella también había pensado en lo mismo y que había guardado cosas que le resultaban importantes.

—¿Y ahí podría tener esa foto?

—Puede ser, recuerdo haber visto que tenía algunas fotos, pero no puse atención. ¿Por qué no vamos a revisar? No perdemos nada, bueno, si nos descubre solo ganaremos un buen regaño.





«¿Qué hago? ¿Qué debería hacer? No, primero debes calmarte, así no lograrás nada. Vamos Michel, piensa con claridad ». Michel se encontraba trotando por la mañana como solía hacer cada día. Esta actividad siempre le había ayudado a despejar su mente, pero en esta ocasión no parecía funcionar. El hecho del abandono de Kenia lo tomó por sorpresa, y aunque siempre se había dicho era una persona solitaria que no necesitaba de los demás, en el fondo se negaba a aceptar que Kenia fuera una exepción. «Piensa con claridad, ¿realmente la necesitas? ¿Qué aporta a tu vida? ¿Hace alguna diferencia? », pensaba Michel sin bajar el ritmo de su trote. Al cabo de unos minutos llegó al parque de siempre y se acercó a una banca cercana al lago para descansar.

—Tal vez no deba hacer nada —dijo en voz baja mientras se sentaba en la banca con una respiración agitada.

Michel no dejaba de pensar en Kenia, y a la vez pensaba en los escritos que tenía en su poder. Ambas cosas eran importantes,  tal vez alguna más que la otra, pero ¿cuál era más importante para Michel? Esa duda lo tenía en un punto muerto. Por un lado quería publicar esos escritos bajo su autoria, sabía que eso podía darle la fama que buscaba, además de que con ello al fin podría sentir que superó los logros de su padre, sin embargo, Kenia se hacía cada vez más presente en sus pensamientos. Después del reencuentro con ella, pudo ver que seguían llevándose tan bien como antes y que, además, ella aun lo seguía queriendo.

—Si ella te quiere, ¿qué estás esperando? —se dijo bajando la mirada. —En realidad solo te haces el interesante pero no eres nada. Nunca has sido nada, por eso querías la aprobación de tu padre.

Michel soltó una risa por lo bajo y volteó a ver al cielo. Por un momento, su pequeño dialogo le hizo ver la respuesta que estaba buscando, o al menos una solución simple a sus problemas actuales. No era necesario pensar demasiado, solo se negaba a aceptar que él también quería a Kenia, no, más que eso, la amaba. Desde la primera vez que la conoció, se enamoró de ella, pero debido a su deseo de obtener la aprobación de su padre, abandonó todo lo demás, por eso no podía concebir un futuro con ella. Ahora, con su padre habiendo desaparecido, ¿realmente debía seguir buscando su aprobación? Y más importante, ¿realmente había huido? Michel sabía que su padre era un hombre inteligente, y que su actuar tenía un motivo, él no era de ese tipo de persona que abandona todo sin motivo, su padre no era como él.






—Señorita, ¿sabe cuando podré salir del hospital? —preguntó Thomas a una de las enfermeras que lo cuidaba.

—No debería tardar señor, ya se encuentra mejor y solo nos queremos asegurar siga así, por lo que le ruego sea paciente.

—Entiendo, es que no sabe las ganas que tengo de salir a dar un paseo por el parque.

NihilismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora