PRÓLOGO

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Una chica rubia corría desesperadamente por una enorme mansión, sabía donde debía de ir, sabía quién era la persona que estaba buscando, sabía todo lo que necesitaba, solo faltaba llegar, y ese era el impulso para seguir corriendo sin importar las voces de los residentes quejándose de ella, o diciendo que no puede correr, eran simplemente ruidos de fondo para sus oídos.

Tras unos minutos subiendo escaleras y recorriendo pasillos eternos llegaría a aquella puerta que buscaba, unas cuantas personas que estaban cerca le dijeron que no abriera, pero ella hizo caso omiso a esos comentarios, y bruscamente abrió la puerta, encontrándose con la persona que quería hablar.

-¡Mei! - Grito mirando fijamente a una chica de largo y sedoso cabello negro, la cual se encontraba sentada frente a un montón de personas trajeadas, todos ellos se notaban de una edad avanzada, las únicas personas jóvenes en aquella habitación eran la morena ya mencionada, una mujer que perfectamente estaba en sus 38, y un caballero de la misma edad.

- ¡Yuzu! ¿Qué haces aquí? - Fue la brusca respuesta que recibió la joven rubia ya conocida como Yuzu, la voz de la joven daba señales muy claras de enojo, aunque sus ojos mostraran un poco de felicidad, 

- Mei, por favor, hablemos un poco, yo necesito hablar contigo - Pronunciaba la joven rubia con un claro tono de dolor en su voz mientras lentamente caminaba hacia la morena, pero su paso fue interrumpido por una mano que le tomó del brazo.

- ¿Hija se puede saber que haces entrando de esta forma? - preguntó la mencionada mujer de los posibles 38 años, mientras su mirada se posaba en la rubia, unos ojos que mostraban una mezcla de enojo y seriedad.

Al sentir esa mirada Yuzu comenzó a dudar, el miedo y pánico comenzaba a ganar poder dentro de ella, los nervios le hicieron dar un paso atrás, pero ella no se iba a rendir, batallo por mucho tiempo para estar con esa chica, no iba a permitir que un hombre cualquiera se la llevara solamente por que al abuelo le pareciera el ideal para llevar la escuela.

- Mamá, por favor déjame hablar con Mei, te lo ruego - Dijo tomando el brazo de madre haciendo un poco de fuerza.

La madre no dijo nada, solo soltó a Yuzu y le dejó seguir avanzando, la rubia sonrió y le dio las gracias mientras se acercaba a Mei, la pelinegra solo miraba mal a Yuzu, esos ojos que dieron felicidad simplemente se opacaron para mostrar un odio y rencor profundo.

- Mei, por favor, solo un minuto, hablemos ¿Quieres? - Pidió Yuzu mientras se ponía de rodillas ante Mei 

- Te tengo que dar algo, por favor solo un minuto - Volvió a decir mientras pequeñas lagrimas salían de sus ojos, sus rodillas comenzaban a temblar, pareciera que en cualquier momento se caería, ante eso simplemente se escuchó un suspiro, 

- Mei, escúchala, ella tiene algo que decirte - Esas palabras provenientes del hombre joven fue el último factor para que la joven accediera a escuchar a la rubia, claro estaba que su ser demostraba estar descontenta con la situación, 

- Tienes solo un minuto - Fue la simple respuesta que dio.

Yuzu sonrió ante la respuesta de la pelinegra, rápidamente le siguió a un balcón presente en la habitación la cual tenía una hermosa vista al jardín interior del lugar, los hombres mayores se quejaban de la situación, uno de ellos solicitaba la calma, mientras sus ojos mostraban que estaba completamente decepcionado, mientras la pareja joven se miraban en busca de alguna respuesta lógica al suceso dado.

Estando ambas fuera, Mei cerró la puerta del balcón, pero al hacerlo sintió un fuerte abrazo, el cual parecía buscar desesperadamente la respuesta y calor de ella, cosa que no hizo, simplemente se quedó quieta mirando a la puerta.

¿Ahora si me quieres?Where stories live. Discover now