Capítulo 5: Sermones y Confidencias.

2K 116 53
                                    

- ¿Crees que hay un levantamiento allá en el 5, Peeta? –le pregunto preocupada mientras caminamos de la mano por el pasillo.

- Puede ser, por lo que dijo Haymitch. De todas maneras, no creo que podamos hacer algo por calmar la situación; esto no tiene que ver con algo que tú hayas hecho.

- ¿Cómo que no tiene que ver conmigo, Peeta? Desde que saqué las bayas, se prendió la mecha, temo que cualquier día estalle algo peor –le comento abrazándolo, él me abraza fuerte en respuesta.

Al llegar al comedor vemos que nuestros estilistas se han marchado. Cinna quiso ir a su taller, a ver cómo el apagón afectó la producción ya que su línea de ropa (y la mía también) estaba en pleno proceso. Effie menciona que también iba por mi encargo y recuerdo entonces los brassières nuevos que iba a conseguirme. Portia se fue a su departamento. Haymitch aparece luego de una media hora para señalar que los ascensores están funcionando a ratos con un generador de emergencia, pero que seguimos sin electricidad en el pent-house y, al parecer, en los otros pisos del resto de los tributos. “Creo que no quieren que enciendan el televisor para ver las noticias y enterarse de lo que pasa… demás está que les diga que no les permitirán bajar ni mucho menos salir del edificio, aunque tengan el día libre están confinados aquí hasta nuevo aviso”, comenta avinagrado. Vaya novedad, pienso. Por muy lujoso que sea el Centro de Entrenamiento para Tributos, no deja de ser una cárcel.

- De todos modos, pensábamos ir a la azotea –indica Peeta. 

- Jovencitos, primero tengo que hablar seriamente con los dos –anuncia Effie, por su tono parece molesta. Creo que nos aguarda un sermón.

Peeta y yo nos miramos, nos encogemos de hombros y vamos a sentarnos, no con mucho ánimo, en un sofá frente al sillón donde se encuentra Effie; cruzada de brazos y piernas. Sin demoras empieza a regañarnos:

- Creo que fui muy clara contigo Katniss, cuando tratamos este asunto en el tren, esto de dormir los dos juntos en tu habitación. Me prometiste esa vez que serían más discretos, que era por tus pesadillas y que no había nada más. No sólo no lo fueron, sino que ahora reinciden en lo mismo y peor, ¡¡los encontramos desnudos!! Es una completa falta de responsabilidad. No sé qué pretenden pero esto no puede seguir ocurriendo, que sus padres no estén aquí para corregir su conducta, no significa que se pueden desbandar y hacer lo que quieran. Como su acompañante, estoy a cargo de ustedes dos y no me parece adecuada esta conducta de dormir en la misma habitación. Menos sin ropa. Espero no volver a encontrar a Peeta durmiendo desnudo contigo en tu cama, Katniss.

- Podemos hacerlo igual en la alfombra entonces –me susurra Peeta muy bajito al oído y yo suelto una carcajada que hace enojar más a Effie.

- Jóvenes, ¿Han entendido? –cacarea disgustada.

- Bueno Effie, pero dime una cosa –trato de controlar la risa, pero me doy cuenta de algo que me provoca curiosidad- ¿tú nunca te enamoraste de alguien? ¿nunca tuviste 17 años? ¿nunca has querido estar todo el tiempo con quien amas?

- Sí Effie, además, no creo que hayamos hecho algo tan, tan malo –comenta Peeta mirándome con una sonrisita traviesa en sus labios.

Haymitch se une a nosotros dos, le dice a Effie, que no exagere tanto en cuidarnos, que nos deje en paz disfrutar nuestro amor. Sin embargo, no hace gala de su acostumbrado sarcasmo. Nos mira con curiosidad, entrecierra los ojos y se toma la barbilla con la mano, como si intentara ver más allá, tratando de averiguar algo. Seguro no se esperaba verme tan enamorada de Peeta, tan rendida a sus pies. Enamorada y feliz. Entonces llama a Peeta aparte y se lo lleva al balcón para hablar a solas con él. Effie me lanza una última y fulminante mirada de advertencia y va por un café. Yo me saco las sandalias y subo los pies en el sofá, es muy cómodo y grande. Observo a mi enamorado y a Haymitch conversando y veo que nuestro mentor le pega unas palmaditas en la espalda a Peeta. Cosas de hombres, supongo. Luego se mete la mano al bolsillo de su chaqueta y le pasa algo que no alcanzo a distinguir, debe ser pequeño porque cabe en la mano de Peeta, que se lo echa al bolsillo de su pantalón. Luego Peeta palmotea a Haymitch y ambos se ríen, pero no alcanzo a escuchar nada desde aquí.

El Sinsajo Emprende el VueloWhere stories live. Discover now