Capítulo 4: Un Día de Gracia.

2.2K 123 47
                                    

- ¡¡¡Kaaatniiisss!!! ¡¡¡Peeetaaaa!!! ¿¿¿Qué significa ESTO???

En mi cerebro aún dormido, la voz de Effie Trinket suena lejana, distante, brumosa, como si fuera un sueño. Recostada de lado, sobre el torso de Peeta, bostezo y estiro un brazo, parpadeo una y otra vez hasta despertar bien, giro un poco el cuello para ver de dónde viene la voz y si es real. Y lo es. Una histérica y enojada Effie, flanqueada por Cinna y Haymitch, mudos, está parada muy cerca de la cama. Grita que es muy tarde, que qué hemos hecho, etc. Entonces compruebo alarmada tengo mi espalda y mis glúteos al aire. Se me sube la sangre de golpe a la cara y me tapo lo más rápido posible con la sábana. Me siento en la cama sin saber qué decir, me he quedado boquiabierta, roja como tomate y muda, de la vergüenza y el asombro que nos descubran desnudos en mi cama. Remezco a Peeta, que tiene el sueño más pesado. Bosteza y se restriega los ojos sentándose en la cama. Parece más bien molesto que sorprendido con la intromisión y, al verme toda turbada, decide hablar él. 

- ¿Por qué no golpearon la puerta? –interroga algo tenso.

- La verdad es que llamamos varias veces pero no nos abrían –es Cinna el que habla muy tranquilo, no parece ni enojado ni asombrado- Por eso Effie tuvo que abrir con su tarjeta magnética, para saber qué les había pasado.

- Bueno, ahora ya sabemos por qué no nos abrían la puerta, veo que tuvieron una noche agitada –dice irónico Haymitch, como siempre, y enfatiza las últimas tres palabras. Le lanzo una mirada de odio.

Miro de nuevo a Effie, que echa chispas por los ojos, si las miradas mataran, Peeta y yo seríamos cadáveres. Miro a Peeta, ahora parece más tímido que al comienzo. Aunque sé que ninguna disculpa justificará esto ante Effie, lo intento con todas mis fuerzas.

- Nosotros… este… nos quedamos… dormidos… lo siento, Effie -balbuceo toda nerviosa, avergonzada y aún roja como amapola.

- Ya nos dimos cuenta, cielito –lanza Haymitch con una sonrisa burlona a flor de labios. Cinna no dice nada, es el único tranquilo.

Busco con la mirada mi ropa interior y trato de recordar dónde quedó. Mientras tanto Effie camina a grandes zancadas hasta el closet y nos arroja dos batas blancas de algodón sobre la cama; dice que nos espera en el comedor y sentimos sus fuertes pisadas alejándose por el pasillo. Peeta se coloca la bata y se la amarra sin importarle que los demás lo vean desnudo. Yo sigo buscando mi calzón y mi sostén.

- ¿Buscas esto, preciosa? –Haymitch levanta del suelo una prenda en cada mano y me las deja a mi alcance. Vuelvo a mirarlo con odio.

- Gracias –le gruño entre dientes- ahora si me haces el favor –y le hago un gesto que se dé vuelta o se vaya.

- Vaya, ahora te haces la tímida, descuida, no hay nada que no haya visto antes –se burla con una sonrisa sarcástica y da media vuelta para salir de la habitación.

- ¡Peeta, ahí estás! Te estuve buscando en tu cuarto y en la azotea, ¡no te encontraba en ningún lado! –exclama Portia asomándose a la puerta, al ver la escena se queda algo perpleja.

- Hubieras seguido el reguero de ropa tirada por el pasillo hasta el nidito de amor de los tortolitos, así no habrías perdido tu tiempo buscando tanto –se mofa Haymitch otra vez, saliendo al pasillo.

Peeta recoge su bóxer azul marino del suelo y se lo pone, yo me pongo el calzón y Cinna me ayuda con el sostén, no me importa que él me vea desnuda, ni Portia ni mi equipo de preparación. Al sentir que me aprietan, hago una ligera mueca y me giro hacia mi estilista.

- Cinna, esto me aprieta, creo que ya no me queda… ¿sería posible que tú o Effie me consigan una talla más? –le consulto ya más tranquila, sé que puedo confiar en él para estas cosas.

El Sinsajo Emprende el VueloWhere stories live. Discover now