(6) ¿Es un trato?

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Maldito sol. Es imposible para mí tener una mañana de esas como de película. Voy desgracia, tras desgracia. Mi cabeza duele tanto, que hasta me la quiero sacar, mi boca esta seca y mi perro está en el suelo mordiendo el montón de ropa que había dejado ayer.

¿Qué había pasado anoche? Oh sí, me volví el alma de la fiesta, enloqueciendo a todos. Recuerdo haberme tirado de la piscina con un sequito detrás. Había olvidado todo después de eso, y tal cosa no me reconforta para nada.

Mi teléfono estaba en la almohada de al lado. Lo prendí y llegaron muchos mensajes, fotos y videos. ¡HABÍA HECHO AMIGOS! Pero de la peor manera, ni siquiera recuerdo sus nombres. Había fotos de mí, bebiendo como loca, en otros bailando en una mesa y un video donde aparezco cantando, mientras que en otro vomitando al perro del vecino.

Dios, ¿Qué he hecho para merecer esto? Me pasó las manos por la cara y muevo mi mano en busca de mi cargador, solo que me topo con algo diferente, mmm... ¡Papel! Me siento en la cama para ver en mi mesita de noche.

Hay dos notas, una jarra de agua junto a un vaso y dos pastillas para la resaca. Antes que todo, tomo las pastillas junto al agua y me recuesto para tomar el primer papel escrito con una letra muy linda y sofisticada.

Nora.

Te dejo las medicinas para que te ayuden con tu resaca. No te haré un recordatorio de todas las tonterías que hiciste ayer, porque sería inútil, ya que, son incontables. Casi matas de un infarto a Ann, mientras que introdujiste a Liz a tu locura. Espero que te sientas mejor después de todo, y para cuando leas esto ya has de ver todas las fotos y videos que sacó la gente de ti, te recomiendo que no sigas revisando las redes sociales. Te hiciste famosa en la Universidad por tu alegría por las fiestas.

PD: Te dejo mi número para que me lo agradezcas, por poco y me vomitas encima. Lindo perro, por cierto, aunque estén prohibidos.

Con temor a una próxima fiesta, Aidan.

Puedo observar la otra tarjeta con su número de teléfono y esta de un diferente color que la otra nota. La respuesta me viene a la cabeza cuando veo a Zeus, comiéndose el plumón del color de la primera carta. Qué horror.

Debí dejar que Liz se descontrolara en vez de mí, ¿cómo se me ocurre hacer todas estas tonterías? ¿con qué cara volvería a ver a Aidan si lo llego a ver? ¿qué le escribo? ¿agrego su número? ¿pido perdón?

Tantas preguntas sin respuesta, pero ahí está el número de Aidan. Dijo que le tenía que agradecer, pero como, si ni siquiera recuerdo que hice ayer. Necesito más café y alimentar al perro.

Salí de la habitación con un mareo sorprendente, y con un gran vistazo del costoso sofá de la sala con Liz dormida, tan destrozada como yo, y es que, si mal no recuerdo, Aidan había nombrado que introduje a Liz a la locura, ¿se refería a esto?

-¿Te hago un café? -me dijo Ani asustándome desde la cocina -Liz está más que muerta, no creo que despierte hasta las seis -dijo arreglándose la gafas en sus ojos.

-¿Qué hora es? -le pregunté, ¿hasta las seis? ¿de la mañana o de la tarde?

-La una de la tarde, ¿por qué? -me dijo ella.

-¿Tu dejaste las pastillas y la jarra en mi habitación? -pregunté mientras tomaba mi cabeza con la mano, ¿cuánto más tardaría esa pastilla en hacer efecto?

El Chico de EnfrenteWhere stories live. Discover now