(1) Despedida y... ¡Nueva Vida!

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La vida es algo difícil ahora... No es que fuera la persona más organizada y responsable del mundo, pero, lograba sobrellevar las cosas. Ahora, no se qué hacer con mi vida. Tengo un montón de papeles que debo hacer para llegar a Los Ángeles, y se me hace muy tedioso. 

Se supone que la idea iba a ser que estudiará aquí, viviera con mis padres, luego me casaría con mi novio, y finalmente me mudaría, tendría mi familia, mi trabajo soñado y dos perros. 

Todo se fue a la basura, y se que las cosas no siempre salen como uno espera, pero, quería más de lo que tengo actualmente. Y lo único que puedo hacer, es ver como gotas resbalan por la ventana del taxi que me lleva al aeropuerto. ¿Por qué? Porque todos tenían algo que hacer antes de llevar a tu hija, o hermana al maldito aeropuerto.

Esto se ve triste, muy triste. Y es triste. Mis padres tenían un viaje de negocios, porque no solo me tienen que cuidar a mí, sino también a mi pequeña hermana, que es todo un desastre, por cierto. Mi hermana mayor, bueno ella está pasándola de lo mejor con su prometido. Se ganó la lotería, ya que es un buen hombre.

Y mi novio terminó nuestra relación hace dos tristes horas. Porque dijo que las relaciones a distancia no le gustan, y maldita sea, sé que me engañaba hace tres meses, pero me importó poco y ahora tengo que pagar las consecuencias de haber estado en algo tan tóxico como era esa relación.

Y juro que intento de todo para secar estas estúpidas lágrimas. Es sorprendente como la vida da un giro extraordinario, en el que ni siquiera tú te das cuenta de que cambiaste, y cuando lo haces, ya es muy tarde.

Tengo que agradecer enormemente al taxista por ir a la velocidad que le indiqué. No es por la emoción de visitar aquella ciudad, ya la he visitado mucho antes, pero, necesito una gran fiesta y algunos tragos para calmar esta tristeza que debo evitar que salga. ¡Soy el alma de la fiesta! Esto no me puede pasar a mí.

Al entrar en el gran aeropuerto frente a mí, tomé algunos documentos que debía entregar, cosas triviales. Nunca llego temprano a los viajes, así que debo ser agradecida al llegar a la sala de espera, diez minutos antes de que el avión partiera de esta ciudad. Al abordar, sentía como si dejara una etapa atrás, y una nueva empezara su camino, mejor o peor, no lo sabía, pero deseaba que fuera buena.

Digo, sabía que esa relación sería algo tóxica. Pero me había gustado tal chico desde que entré a aquel colegio, y yo quería estar con él. No tenía idea, no es mi culpa, y con algo más de esperanza, espero encontrar a alguien mejor. No es mi prioridad, pero si algún deseo, no lo sé.

Me senté en el puesto 53 del avión. Me puse mis audífonos y reproducí mi canción favorita, aunque claramente se vería interrumpida por el aleatorio de Spotify, y eso sí que es molesto, ¿Para qué inventarían algo tan inservible como el aleatorio? Igual, uno se acostumbra con el tiempo.

Anuncian que despegaremos y todas las normas que debemos cumplir para el viaje. Por mi lado pasa una señorita revisando que los cinturones estén bien colocados para poder irnos. Ayudo a la niña junto a mí, que según veo, le tocó separada de su madre, la madre me agradece con la mirada.

Y ahora sí, a esperar que todo salga como deseo, graduarme y poder establecerme en la ciudad de mis sueños, y adoptar a un par de niños y si se puede, conocer el verdadero amor, pero eso será poco probable después de todo.

***

Me despiertan un par de horas después, para darme de comer. Un delicioso plato de spaghetti, me dice que lo coma, porque tengo tanta hambre, que podría acabar con el avión completo, pero eso es canibalismo, así que dejémoslo en ideas absurdas.

Al acabar el plato, me dan un vaso de jugo que creo que es naranja y espero más que todo. Aunque, mucho antes de siquiera probar el apetitoso jugo, veo por la ventana que estamos cerca de llegar a Los Ángeles, vaya, que lenta que soy a veces.

El Chico de EnfrenteWhere stories live. Discover now