I

569 37 1
                                    

El funeral de mi compañero de clase, Park Jimin, tuvo lugar un día lluvioso. Algo poco apropiado para la clase de persona que había sido en vida.

Como testimonio del valor de su vida, no fueron pocos los que derramaron lágrimas durante el velatorio y el funeral.

A ninguno de los cuales yo asistí.

Permanecí en casa todo el tiempo.

El último mensaje que le mandé fue muy corto, de una sola línea.

Desconozco si lo llegó a leer.

• 🌸 •

—Disculpa mi retraso dijo apenas lo vio y se inclinó en un intento de recuperar el aliento. La clase se alargó un poco.

Estamos en una biblioteca, guarda silencio.

Está bien... —Tomó un par de libros y se dirigió a la estantería.

¿Qué estás haciendo? preguntó, ceñudo.

Colocando los libros en su sitio.

Eso es novela histórica, va en el estante de historia.

—Ya basta.

Ignoró lo que le dijeron y siguió colocando los libros donde él quería.

El chico a su lado se los quitó y prefiriendo hacerlo por su cuenta, los colocó en un pequeño carrito.

El que antes no obedeció a sus peticiones lo miró caminar hacia otro pasillo junto al montón de libros.

El chico bufó molesto, siguiéndolo a toda con prisa y poniéndose frente de él.

Si te molestaras en enseñarme podría hacerlo bien reclamó.

Solo tienes que recordar los códigos de clasificación.

El contrario soltó un suspiro algo escandaloso y se quejó:

Es que hay demasiados...

El pelinegro observó a un rubio berrinchudo quejarse mientras se balanceaba juguetonamente en su transporte de libros. Desvió la mirada en cuanto el chico se levantó de golpe.

¡Ay! gritó—. ¡Ahora que me acuerdo, ayer vi una cosa muy interesante por la tele!

Baja la voz.

Antiguamente... comenzó a contar, ignorando los regaños de su compañero—. Si alguien estaba mal del hígado comía hígado. Si estaba mal de las tripas comía tripas. Se ve que estaban convencidos de que así se curarían dijo, tomando un libro entre sus manos. Supongo que nadie dejaría que me comiera el suyo... prosiguió, levantando la mirada lentamente hasta llegar a la del contrario.

De repente te has pasado al canibalismo, ¿o qué? preguntó, pasándose hacia otro estante para seguir acomodando los libros.

Es que... dijo en voz baja, comenzando a dibujar imaginariamente con su dedo índice sobre un libro... Eres al único al que se lo puedo pedir. Volteó a ver a su mayor, quien estaba ocupado mirando los libros ya acomodados.

¿El qué? preguntó, sin importancia.

¿Cómo el qué? Oye... llamó, dirigiéndole una mirada coqueta.

With You|YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora