-Como ordene, Sasuke-sama- respondió el Canciller, quien a pesar de tener casi la mitad de la cara cubierta por vendas, se le podía notar una sonrisa complacida.

-Sasuke-sama- habló por primera vez Shisui con todo el respeto y calma que tenía, tratando de posicionarse al lado del joven monarca- Le suplico que aplaque su ira y que reconsidere su decisión-

-No haré tal cosa- lo corto el joven rey y con total arrogancia agregó- Mis Deseos son Ley. Mi Palabra es la Última Palabra. No solo soy la cabeza de este reino. Yo soy el Reino. Y nadie puede estar por encima de la Ley y del Reino.-

-¡Su majestad!- de la multitud se aproximó un hombre de piel tostada y barba castaña- Kurenai solo es responsable por lo que crece en los jardines reales- parecía abatido como si su naturaleza tranquila y analitica se viera agitada, pero aun asi continuo con voz y temple firme- Soy yo, el Guardabosques, el responsable de donde los tulipanes crecen. Si alguien merece el castigo soy yo-

-Asuma- pronunció con voz conmovida Kurenai aguantando las lágrimas. Todos observaban la escena entre conmocionados y compungidos, se rumoreaba entre los pasillos del palacio una relación amorosa entre la Cuidadora de los Jardines y el Cuidador del Bosque, pero estos jamás fueron confirmados por sus protagonistas.

-Ya veo. Mis disculpas- pronunció el Rey Sasuke ignorando las emociones producidas a los presentes por la escena y realizando una reverencia burlesca tan perfecta que parecía sincera- Es una terrible equivocación. Danzo, prepara la ejecución para tres-

El bullicio y la indignación aumentaron entre los presentes. Por mucho que lo intentan ninguno encontraba sentido a la situación tan bizarra que estaban viviendo. Y Shisui era consciente de esto. Si por el momento la Corte y demás allegados a la Familia Real se había mostrado neutrales por la forma en que eran llevadas las riendas de Konohagakure, ahora con esta escena la situación se tornaba peligrosa. Para mayores males a quienes iba dirigida la ira del Rey eran personas muy queridas dentro del Palacio y también cercanos a Kakashi y a a Hiruzen, dos aliados que no podían darse el lujo de perder.

-Su Majestad por favor le ruego- habló el Consejero Hiruzen, con un tono de voz demasiado suplicante para alguien de su cargo, no muy lejos se escuchaba al pequeño Konohamaru llorando- Ni mi hijo, ni Iruka-sensei ni Kurenai-san tienen el poder como para hacer que las flores que usted quiere nazcan en invierno. Por favor, como padre le ruego...-

En la mente de Shisui pasaban muchas cosas al mismo tiempo. maquinaciones para hacer desistir al Rey de su decisión. Formas para aplacar la ira de los presentes. Los últimos momentos vividos junto a Itachi. Maneras para arreglar la imagen de Sasuke-sama y recobrar la confianza en sus aliados. la promesa que le hizo a Itachi. Todo eso mientras era consciente que este momento iba a ser aprovechado por sus enemigos para usurpar el trono.

-No se moleste en gastar su aliento Hiruzen-san, o su cabeza tambien correra riesgo a manos de nuestro querido Rey-

A veces, más a menudo de lo que le gustaría, Shisui lamentaba tener la razón.

-Ya nos acaba de quedar claro que a nuestro Rey no le interesa tener súbditos fieles. Sino que prefiere personas sin alma, sin mente y sin corazón propio. Prefiere a aquellos que puede manejar y manipular a su antojo. Le gustan las marionetas, también conocidas popularmente como juguetes. Pero supongo que eso es algo normal. Los niños siempre prefieren a los juguetes- un silencio helado se infunde entre los invitados, era como si el propio clima invernal del exterior hubiese atravesado los gruesos muros y congelado la habitación. Uchiha Obito sonrió orgulloso ante el clima que que sus palabras habían generado.

-¿Qué acabas de decir?- la voz helada de Sasuke cortó el tenso silencio como una daga afilada. Sus ojos observaban a Obito con creciente ira. Una ira que Shisui sabía que era como una chispa en un bosque de troncos secos. Letal y fulminante.

Los Doce MesesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora