CAPÍTULO 10

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Emily

Ring Ring. Sonó la alarma de mi móvil, provocando que cayera sentada en la cama del susto que me había pegado. Estaba camino a quitar la alarma, pero no era la alarma, puesto que había quitado la alarma de trabajo que había programado hacia casi 6 años. Al mirar la pantalla del móvil, me encontré con otra cosa. Eran mensajes de Moira. Me había enviado 6 mensajes de texto. "Emily, ¿estás despierta?" "Emily, necesito hablar contigo." "¡Es urgente!" "Por favor, Emily. Comunícate conmigo." "Es terrible lo que está sucediendo aquí. ¡Emily!"

Estaba adormilada y no comprendía nada. Esa típica confusión mañanera, era imposible de evitarse.

Me levante de la cama para asearme. Abrí la llave del agua de la ducha. Mientras el agua calentaba, me removía mi pijama. Cepillo los dientes y luego entre a al ducha. Me posicione debajo del chorro de agua. Tome el shampoo y me eche un poco en la mano, y luego comenzar a masajear mi cabellera.

Enrollaba la toalla en mi cuerpo luego de secarme, cuando escuche desde el interior del cuarto de baño a Lina decirme algo que no comprendí. Asumí que era para que me apresurara.

Me apresure a cepillar mi cabello para salir del baño.

Camine hacia la sala, donde al mirar a la cocina, me contaré a Lina preparando el desayuno. Así que deduje que no me estaba apresurando para ella asearse, sino para que saliera a desayunar.

Regrese a la habitación para ponerme ropa cómoda. No tenía planes de salir a ningún lado, así que un con un pantalón e ejercicio y una camisa de tirantes, estaba más que perfecto.

Mire mi móvil una ves mas antes de salir de la habitación. Comprobé que Moira continuaba insistiendo en que me comunicase con ella. Era evidente que no lo haría. Era de la empresa y no quería saber absolutamente nada de ella. Y mucho menos luego de encontrarme a Harrison en medio de al calle. Mi paz y estabilidad emocional, valía más que cualquier cosa.

Me senté en la mesa de comedor, justo cuando Lina estaba sirviendo el desayuno; algo raro en ella. Nunca hacia el desayuno. La cena tal vez, pero el desayuno, nunca.

—Madrugaste e hiciste el desayuno... Interesante.

—Digamos que amanecí de un buen humor. Diría que excelente —añadió muy sonriente.

¿A que se debía tanta alegría? Ni yo misma sabia. Madrugar, no era algo que al ponía de buen humor. Así que asumí que había tenido que pasar algo muy bueno como para estar de buen humor.

—¿Y a que se debe tanta alegría? —pregunte, preparándome para degustar mi desayuno. —¿Que fue eso que te levanto el afectado ánimo amargo mañanero que siempre traes cada día? —Sonreía como tonta luego de meterse un bocado de la avena que había preparado. Y la verdad era que, le había quedado muy buena. Le daba 10 merecidos puntos a quien sea que le haya levantado el animo.

—Pues que te puedo decir... —sonrió. —Me han invitado a salir.

—¿Una cita? ¿Tan temprano? —Asintió. —¿De quién se trata?

—Es un deportista. Es una guapura. Esta... —dijo mordiendo su labio inferior. <<Que asqueroso, Lina.>> —...cómo quiere. ¡Tiene un cuerpo espectacular!

—Si tú lo dices... —Me eche un bocado de la avena en al boca.

—¡Es un coqueto! Si vieras como me habla, ¡uf! Me encantan los hombres coquetos. Hace que todo sea mas divertido.

—Pues mi único consejo es que tengas cuidado con ese tipo de hombres. No vaya a ser que te den una sorpresa. Además, no se te ocurra irte a ya sabes. —Insinúe queriendo decir que no se fuera a la cama en una primera cita.

Querido HarrisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora