Weasley, Charles: Gryffindor 

Winger, Talbott: Ravenclaw

-¡Zeth, Aura!- dice por último Mcgonagall

-Ah, sí... tienes una mente abierta, ansiosa por aprender, estoy seguro que tendrás la oportunidad de explotar su potencial y descubrir los misterios que guarda en su interior. Veo también un corazón generoso, dispuesto a ayudar a quien sea, trabajador, solidario y defensor de la justicia. Lo mejor será que estés en... ¡HUFFLEPUFF!-

Una vez sentados todos, el director Albus Dumbledore se puso de pie observando a todos -¡Bienvenidos!- dijo con gran voz -¡Bienvenidos a otro año en Hogwarts! Muchos nuevos magos inician su viaje, mientras otros continúan el suyo, espero que todos tengan un maravilloso año lleno de aprendizaje y aventuras. También les recuerdo que está estrictamente prohibido ir al bosque prohibido, pero por ahora ¡A disfrutar el festín!- sin más, tomó asiento y comenzó a aparecer comida de todo tipo en las mesas: carne asada, pollo asado, chuletas de cerdo y de res, salchichas, tocino y filetes, papas cocidas, asadas y fritas, pudín, guisantes, zanahorias, salsa de carne.

Una vez terminado el banquete, se les pidió a los miembros de las casas que fueran a sus respectivas salas comunes para descansar, Janebi fue llevado por Snape a su sala común, junto al resto de Slytherins. Vio como la misma bruja que se autoproclama "la más poderosa" no le quitaba la mirada de encima.

Ciertamente, la sala era como sus padres se la describían. Tenebrosa, no muy colorida y con olor a desesperación, exactamente igual que como en su casa.

Observó por momentos, en busca del calamar gigante, pero sólo se encontró con Merula, la cual se acercó a el de manera muy decidida

-¿Estarías dispuesto a ser mi asistente?- dijo Mérula, fue directo al grano, sin rodeos. Además de que le pidió ayuda de una manera peculiar...

-¿No eras la loca que hablaba con la otra loca?- responde Janebi de manera indiferente y con muy poco interés

-¡¿Cómo me llamaste?!- dijo Mérula con cierta molestia. Janebi no consideró ni por un momento en ayudarla en nada de lo que propusiera, pero le dio curiosidad, ¿qué es lo que quiere?

-Olvídalo- Le dice Janebi con una terrible primera impresión –¿Qué es lo que estás buscando?-

-En Hogwarts se ocultan bóvedas con grandes tesoros. Estoy segura que has escuchado sobre Jacob (Sin apellido), el desaparecido y posiblemente muerto. -Mérula lo cuenta como si de un chiste se tratara, un poco aterrador

-No he escuchado mucho, cuéntame, por favor- dice Janebi, uego de una explicación dicha con mala gana, Janebi planea su primera jugada, después de todo, quiere ser un mago reconocido

-Acepto ayudarte. Siempre y cuando no hagas ni un movimiento sin que yo lo sepa. Somos partes iguales

-Mmm, no, la "otra loca" también es parte de esto.

-Acepto igualmente

-Oh, y, otra cosa más, no le digas nada a esos amiguitos tuyos. Tienen cara de meterse en donde no los llaman

-Por supuesto...


Los estudiantes de Slytherin y Hufflepuff emprendieron el camino hacia los pisos inferiores. Llegando al sótano, Jane dirigió a los tejones por un pasillo hacia unos enormes barriles, apilados en un hueco de la pared derecha. La prefecta tocó uno de los barriles a un cierto ritmo y éste se abrió, revelando un pasadizo.

Al final, se encontraron con un recinto cálido en forma circular: el techo era bajo, con vigas; justo debajo, ventanillas en forma de media luna bordeaban la parte superior de las paredes. En cada rincón, estante, mesita y escritorio había macetas de distintos tamaños con plantas mágicas que se movían. Incluso las que pendían del techo se extendían para acariciar las cabezas de quienes pasaban bajo ellas.

Sobre la chimenea encendida, cuya pared estaba tapizada por una enredadera, colgaba el retrato de Helga Hufflepuff alzando su copa para saludar. Frente a ella se encontraba un set de mullidos sillones con los colores de la casa. Los tapetes verde helecho tenían grabados celtas y tejones color marfil.

Aura, Rowan y el resto de las chicas atravesaron una de las dos puertas circulares de pesada madera de ébano (según informó Rowan) opuestas entre sí, que llevaban a los dormitorios. Las habitaciones eran igualmente acogedoras: camas suaves con almohadas que parecían malvaviscos y cobijas calientitas les tentaban a dormir así sin más. Ya recostada, a punto de cerrar los ojos, Aura pensó en lo afortunada que era de pertenecer a Hufflepuff y, emocionada, se le empañaron los ojos al pensar que ese sería su hogar por los próximos años.


Después de la ceremonia, el profesor Flitwick llevó a los integrantes de Ravenclaw a su sala común, tal como se decía, la sala era digna de un erudito. Era una sala redonda, en el centro se encontraban las escaleras que llevaban a los dormitorios, alrededor había varios sillones azules, mesas para reuniones y muebles con libros encima, junto a las escaleras hay un mapa estelar además de que el techo simula el cielo estrellado, hasta el fondo de la sala está su propia biblioteca y una estatua de su fundadora, Rowena Ravenclaw, y junto a una ventana hay un telescopio para observar el cielo en las noches.

Christian al ver la sala quedó maravillado, listo para aprovechar lo que pueda para aprender, se detuvo para contemplar todo lo que había en la sala, pero al detenerse una chica atrás choca con el, soltando un objeto que traía en la mano, Christian se da cuenta y antes de que toque el suelo logra agarrarlo -Vaya, que reflejos- dice la chica sorprendida.

-Perdón, no debí detenerme tan repentinamete- responde Christian mientras le entrega el objeto que agarró -¿Qué es esto? Por cierto-

-Una snitch- responde -Es una reliquia de la familia, pero la uso para la suerte... soy Skye Parkin por cierto- agrega la chica, es unos pocos centímetros más baja que Christian, de tez blanca, de cabello castaño con las puntas teñidas de azul.

-Christan Rider, creo que escuché tu nombre en la ceremonia de selección, así que supongo que tu también eres de primer año-

-Así es- responde Skye -supongo que llevaremos clases juntos entonces-

-Me parece bien- responde Christian, después de una corta charla se despiden y se dirigen a sus dormitorios. Una vez asignada su cama, Christian se acuesta y se pone a imaginar emocionado su nueva vida en Hogwarts.


Los estudiantes de Gryffindor fueron llevados por la profesora Mcgonagall, la sala común era bastante acogedora, llena de sillones rojos, las paredes con bastantes cuadros de diferentes personas y una chimenea al fondo. A pesar de todo esto, Harlow no tenía ninguna intención de convivir con los miembros de su casa, así que una vez mostrados los dormitorios, se quitó el uniforme para vestirse con algo más cómodo.

Una vez en cama, sacó un diario de empastado de cuero, donde grabaría la travesía y el inicio de su nueva aventura con un dibujo del expreso de Hogwarts, acompañado de una frase

La vida es como un viaje en tren, 

Algunos comienzan el viaje junto a ti, 

Otros se suben a mitad del camino 

Muchos se bajan antes de llegar

Pero muy pocos son los que permanecen hasta el final

Las bóvedas malditas: El misterio del hieloWhere stories live. Discover now