Capítulo 73: Lamer

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Yan Yuchun estaba tan excitado que un gemido salió de su garganta, imparable e intermitente. Xavier lo miró fijamente y susurró: "¿Te gusta que te lama?".

Yan Yuchun soltó un "Hmm" y se estremeció ante el contacto de su mirada caliente, presionando y acercando sus labios a los del otro hombre. Los dos intercambiaron un beso pegajoso, erótico y húmedo, como si el entrelazamiento temporalmente indisponible de sus cuerpos inferiores hubiera sido sustituido por dos lenguas. Con la saliva de Yan Yuchun goteando producto del beso y sus caderas frotándose inconscientemente contra las piernas del otro hombre, todo su ser estaba apasionado más allá de las palabras.

Xavier bebió de su dulce saliva y, con todo su ser algo más saciado, volvió a preguntar: "¿Has querido hacer el amor en los últimos días?"

"Por supuesto que quise". Yan Yuchun no era muy tímido en cuanto a lo que quería, siempre había sido muy honesto ante sus deseos y sentimientos en su mayor medida.

Xavier lo besó de nuevo en los labios y movió una mano por su piel, tocándolo por un momento antes de exprimir el gel de ducha sobre su cuerpo. "¿En qué pensabas?"

Yan Yuchun también exprimió un poco de gel y lo pasó por el cuerpo de Xavier. Los dos se lavaron mutuamente mientras decía: "En los recuerdos del sexo que solíamos tener".

Xavier sonrió claramente satisfecho con su respuesta, y volvió a preguntar: "¿Cuál es la que más recuerdas de entre tantas? Déjame adivinar, ¿fue el del pajar? ¿O el del cuartel? ¿Quizás fue esa vez en el coche?"

Yan Yuchun dijo: "Ambas, pero la más memorable para mí fue el de la primera vez".

Xavier se mostró un poco presumido: "Actúe con pasión y valentía la primera vez, es normal que tengas ese regusto".

Yan Yuchun apretó deliberadamente los músculos de Xavier,"Tenía hambre y sed durante demasiado tiempo en ese momento, así que estaba muy emocionado de hacerlo de nuevo". Se inclinó hacia la oreja de Xavier, y dijo con un susurró sensual: "En ese momento no había tenido sexo en trece años, y tú me provocabas tan a menudo que lo deseaba especialmente en esos días".

La respiración de Xavier se agitó ante su excitación, su palma se metió entre las piernas de su esposo y sintió un puñado de agua pegajosa, por lo que supo que su cuerpo estaba goteando, "Bien por ti y por contenerte, ¿confiaste en el jugo de hierbas que el tío Rong te hirvió antes? ¿Te has masturbado alguna vez en esos años?"

"De vez en cuando me masturbaba pero en mayor medida podía aguantarlo. Si no hubiera conocido a la persona adecuada, podría quedarme casto por el resto de mi vida". Yan Yuchun estaba tan a gusto con el roce que todo su coño casi se posaba sobre aquella palma, buscando el ajuste perfecto.

Xavier admiró su perseverancia. Cuando la lujuria llegaba a los hombres y mujeres comunes, un poco de distracción podía ser efectiva, pero a juzgar por cómo había actuado Yan Yuchun cada vez que tenían sexo, debía ser mucho más feroz cuando andaba excitado, realmente era difícil creer que pudiera contenerse, sin embargo lo hizo. Y que un hombre con tal control tuviera sexo con él era en sí mismo una señal de que estaba interesado en su persona, ¿Verdad?

Xavier se arrepintió un poco de no haberlo pensado antes y, cuando llegó al tope de su arrepentimiento, no pudo evitarlo más: abrazó directamente a Yan Yuchun lo puso bajo la mayor cantidad de agua, abrió el agua caliente para limpiar la espuma de ambos y lo sacó fuera con ganas, sin siquiera limpiar las manchas de agua. Yan Yuchun frunció ligeramente el ceño: "Todavía no estoy limpio".

Xavier ya lo había colocado rápidamente en la cama cuando le preguntó: "¿Dónde está lo que no he limpiado?". Su voz era baja y melódica, su mirada era provocadora e incomparable, y su cuerpo estaba lleno de una fuerte aura masculina, todavía había gotas de agua cayendo por sus mejillas, por lo que toda su persona se veía increíblemente sexy. Yan Yuchun se sintió seducido por su belleza, y la poca humedad en su cuerpo ya no le importaba, sonrió y tomó la iniciativa de abrir las piernas bajo la ardiente mirada del hombre. Las yemas de sus finos y blancos dedos cayeron desde el pecho, pasando por el vientre hasta la boca de la deliciosa flor femenina antes de abrirlas de par en par, "Aquí no está limpio. Xavier, ayúdame".

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