Capítulo 96

9.9K 1K 319
                                    

Las cosas eran muy diferentes, con Dumbledore fuera.

Los herederos ajustaron las protecciones en cuanto Harry pudo volver a hacer magia, asegurándose de que el antiguo director no pudiera poner un solo pie en los terrenos de Hogwarts. Luna envió el artículo para su padre, asegurando que probablemente saldría muy pronto; un último número y luego Xenophilius Lovegood recogería su imprenta y se escondería hasta que pasara la tormenta.

El lunes, Harry estaba más que preparado para volver a las clases y empezar a hacer algo normal de nuevo. Draco por fin había dejado de mirarlo como si fuera a desaparecer si el rubio se apartaba por más de unos segundos.

Podría haber prescindido de su decisión mutua de volver a sus dormitorios por la noche en lugar de dormir en la Sala de Menesteres, pero era necesario. Aunque sólo fuera para que Neville dejara de sufrir un pequeño ataque al corazón cada vez que se despertaba y veía la cama de Harry vacía.

Fue un alivio entrar en el aula de DADA después de Runas Antiguas. Por fin, alguien que no lo trataría como un puto cristal.

Al frente del aula, el profesor Snape miró a Harry con desprecio, con sus ojos oscuros brillando. Harry le devolvió la sonrisa. Puede que se esté "tomando las cosas con calma" en su núcleo mágico, pero todavía hay mucho margen de maniobra. Snape podía desahogar su enfado por la existencia de Harry, aunque ambos sabían que Voldemort habría montado en cólera si Dumbledore le hubiera quitado la oportunidad de destruir a su enemigo predestinado.

Fue un Harry ligeramente agotado, pero mucho más relajado, el que se dejó caer en un asiento de la mesa de Gryffindor para el almuerzo. Neville se deslizó a su lado, con aspecto de estar conmocionado. -Eso fue brutal-, susurró, haciendo que Harry se riera.

-No lo dice en serio-, dijo en voz baja, sonriendo. -Es divertido-.

Neville le lanzó una mirada que decía que pensaba que Harry había perdido la cabeza, pero no lo cuestionó.

Pociones después del almuerzo fue todo lo contrario. Slughorn se desvivía por complacer a Harry, llegando prácticamente a preparar su poción por él. -¡Haz lo que te apetezca, Harry, muchacho!-, repetía el hombre, sonriendo cada vez con un poco de ansiedad.

Hubiera sido sumamente molesto, si Harry no hubiera decidido que era la oportunidad perfecta para obtener algunas respuestas.

Cuando la clase terminó, Harry se tomó su tiempo para recoger, rozando un beso en la mejilla de Draco y murmurando que lo seguiría en un momento. Draco se dio cuenta rápidamente, aunque seguía sin parecer emocionado por dejar a Harry a solas con su profesor.

Tal vez no había dejado de mirar a Harry como si hubiera desaparecido. Pero ya llegarían.

-¿Puedo ayudarte, muchacho?- preguntó Slughorn cuando se quedaron los dos solos. Harry se sentó en el borde de una de las mesas de trabajo, pensando cuidadosamente sus próximas palabras. Sólo tendría una oportunidad en esto.

-Yo... tenía una pregunta, señor-, empezó tímidamente. -Sobre... bueno. Sobre algo que dijo Dumbledore cuando...-

Slughorn palideció detrás de su bigote. -¿De verdad? ¿Algo en lo que cree que puedo ayudarle? ¿No, digamos, la profesora McGonagall?-.

Harry negó con la cabeza. -Dijo... que iba a matarme y culpar a los mortífagos. Y luego dijo algo sobre que eso te impulsaba a 'decirle por fin la verdad sobre lo que sabes'-.

-Oh-. Slughorn inhaló bruscamente, y una mano voló para apoyarse en su escritorio. -Él, ah, dijo eso, ¿verdad?-.

Harry fijó sus rasgos en una expresión cortésmente desconcertada. -¿Sabe lo que quiere decir, señor? Dijo que se nos estaba acabando el tiempo... ¿qué cree que sabes?- Dirigió toda la fuerza de sus quejumbrosos ojos verdes hacia el hombre. -¿Es algo importante?-.

LILY'S BOY Where stories live. Discover now