Antes de que comience su tercer año en Hogwarts, Harry se enfrenta a tres semanas enteras de tiempo sin supervisión en el callejón Diagon. En ese tiempo hace un viaje a Gringotts, y eso lo cambia todo.
Cargado con el conocimiento de que Dumbledore...
Harry se levantó temprano a la mañana siguiente, con ganas de empezar su entrenamiento aunque sabía que no empezaría hasta después del desayuno. Ocupó el tiempo con sus deberes de Encantamientos y se reunió con Remus y Snape en la cocina para desayunar.
-¿Ahora me dirás cuál es el plan para hoy?-, suplicó, dirigiendo unos esperanzados ojos verdes a Remus. El hombre lobo suspiró.
-Supongo-, aceptó, con una sonrisa asomando a sus labios. -A diferencia del verano pasado, no dividiremos el día en asignaturas; hay demasiadas cosas diferentes que enseñarte, y todas se acoplan. Después de la comida, empezaremos con una práctica de duelos, para ver cómo te desenvuelves. Pero esta mañana te voy a poner a prueba en Aritmancia y Runas. Has estado estudiando, ¿verdad?-.
Sí. Harry había pasado mucho tiempo en la última semana de clases trabajando en ellas; era una buena manera de mantener su mente ocupada. -Entonces, ¿duelos? ¿Qué más?-.
-Si vas a luchar contra mortífagos, hay muchas maldiciones con las que tendrás que familiarizarte-, dijo Snape. -No se limitarán a aturdirte y desarmarte. Te enseñaré a reconocer algunas de las maldiciones oscuras más comunes por la vista y el tacto, e incluso a lanzar tú mismo muchas de ellas. Habrá ocasiones en las que no querrás arriesgarte a que tu oponente salga ileso-.
Harry tragó saliva. Tenía la sensación de que iba a ser una práctica de duelos muy diferente a las que había tenido el verano pasado. -Puedo hacerlo-.
-También voy a tratar de meterte algo de estrategia en tu cráneo de Gryffindor-, continuó Snape. -Si vas a liderar la resistencia tanto contra Dumbledore como contra el Señor Tenebroso, tienes que aprender a pensar como ellos piensan, para ganarles la partida. No ganarás esta guerra si estás un paso atrás todo el tiempo, en cualquiera de los dos frentes-.
-Me vas a enseñar a ser un Slytherin-, comprendió Harry con una sonrisa de satisfacción. Los ojos de Snape brillaron.
-Sigues insistiendo en que te habría ido bien en mi casa. Es hora de que lo demuestres-.
Harry no podía esperar.
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Aprobó los exámenes de Aritmancia y Runas de Remus con gran éxito, y el hombre lobo sonreía de orgullo cuando le devolvió a Harry sus papeles poco después del almuerzo. -Bien hecho, cachorro. Si sigues así, sacarás Os en tus OWLs sin problemas-.
Por fin, Snape llevó a Harry a la sala de duelos, subiéndose las mangas de su camisa azul oscuro. -Tu duelo con el Señor Tenebroso fue una burla-, declaró. -Estaba jugando contigo. La próxima vez no tendrás tanta suerte. Tienes que aprender a protegerte de todos los lados, de cualquier hechizo que te envíen; puede que el Señor Tenebroso insista en ser él quien te mate, pero eso no impedirá que sus sirvientes intenten hacerte daño a ti, o a tus amigos-.
Harry sacó su varita, preparándose al final de la tira de duelos. En toda su práctica para la tercera tarea, se había vuelto bastante bueno en la magia defensiva y ofensiva. No se acercaba ni de lejos al nivel de Snape, pero estaba bastante seguro de que podría defenderse. Lo había hecho bien al final del verano pasado.